martes, 24 de agosto de 2010

Sed & Deseo: OS para el concurso de Bonnie

Bonnie ha organizado un concurso y aquí estoy yo, presentando un OS...
Les advierto que contiene escenas de carácter sexual y por eso mismo se lo califica como M (con lemmon). Si los lectores no creen pertinente leer este relato, por favor, simplemente, no sigan con la lectura...

Sed y Deseo



Damon suspiró, cansado.
Hacía días que no se alimentaba y aún le quedaba mucho camino por recorrer antes de llegar a Italia y encontrarse con Stefan, su hermano. 
Era ya entrada la noche y Damon esperaba, sentado en la rama alta de un árbol, la llegada de algún humano que utilizara aquel camino como vía para llegar al pueblo cercano. 
No se arrepentía para nada de ser el asesino de inocentes.
Era vampiro y estaba en su naturaleza el alimentarse de sangre fresca y deliciosa... Sangre... Damon rugió levemente, desesperado por su sed.
Un sonido cercano lo hizo poner alerta y pudo ver que una mujer joven, tal vez aún adolescente, caminaba por el sendero de tierra, en dirección al árbol donde él estaba.
Agudizó sus sentidos y esperó, atento. 
A medida que la desconocida se acercaba, Damon comenzó a sentir algo extraño.
El aroma de esa muchacha producía un raro efecto en él. La deseaba, sí, pero no sólo como alimento. 

Más allá de ser vampiro, sus instintos de hombre aún existían y estaban despertando ahora, al ver a la humana que ya casi había llegado al árbol. 
Dudó un momento y suspiró. Tenía sed, pero no iba a atacarla. El loco impulso por tenerla cerca era más fuerte que el hambre.
Bajó de la alta rama y espero al pie del árbol, tenía un plan... 
Ni bien la joven pasó por el sendero, Damon susurró:
-Por favor... Necesito ayuda...
La chica se sorprendió, la oscuridad que envolvía aquella zona le impedía ver claramente a esa persona que clamaba auxilio.
-Mi nombre es Elena... ¿está usted bien? ¿qué le sucede?- preguntó, preocupada.
-Me llamo Damon y me siento mal... No tengo fuerzas para llegar al pueblo...- gimió el vampiro con voz herida.
Elena escuchó esa voz perturbadoramente seductora y se sintió atraída, interesada por aquel desconocido que la necesitaba. 
-Oh... Mi casa queda cerca, a menos de un kilómetro... Yo puedo ayudarle a caminar, si lo desea...- se ofreció ella.
Damon dio un paso al frente y la luz de la luna permitió que Elena se maravillara observando la belleza de ese hombre, ese muchacho que se mostraba tan débil y pálido.
-Eres... Pensé que eras más adulto- exclamó, perdida en su mirada clara que resaltaba por lo oscuro de sus cabellos.
Damon sonrió. Poco a poco, se sentía más y más atraído a Elena. Su amabilidad, su hermosura. Todo en ella le gustaba. Y su aroma... Exquisito, más no pensaba atacarla. No aún. 

Llegaron a la casa de la joven en medio de una conversación trivial y tonta sobre el cambio de clima.
Elena había procurado mirar lo menos posible a Damon y él hacía un esfuerzo herculeo para contenerse y no matarla.
Ya dentro de la cabaña, las luces dieron a conocer a Damon con mayor detalle, permitiendo que Elena acariciara con su mirada a este desconocido que el destino había puesto en su camino.
El vampiro no precisaba luz alguna, su mirada felina y aguda le posibilitaba saborear cada centímetro de piel expuesta de esta hermosa muchacha que tanto le atraía. 
-Yo...- Elena no recordaba lo pensaba hacer ni podía desviar los ojos del rostro perfecto de Damon.
El vampiro, deseoso tanto de la sangre como del cuerpo de Elena, sólo se limitó a acercarse aún más a ella. 
Los humanos solían sentirse muy atraídos por los seres fríos como Damon y él lo sabía bien. Elena sería suya... 
La joven seguía inmersa en esa extraña sensación, esa emoción que la envolvía, sujetaba y empujaba... Cuando Damon se acercó a ella, debería haber sentido miedo, pánico. Un desconocido no suele tener buenas intenciones al cortar distancias de esa forma. Pero los pensamientos de Elena sólo estaban dirigidos a una cuestión... Damon era tan apuesto, tan seductor. Su forma de hablar, de mirar, de moverse, incluso estando tan débil, la había hechisado. Sí, esa era una buena de expresarlo.
Tal vez Damon era algún tipo de mago con poderes especiales.
Elena estaba muy lejos de saber la verdad... 

Sin palabra alguna que rompiera el encanto del momento, Damon rodeó el cuerpo de Elena con sus brazos y la estrechó contra él.
Elena gimió, presa de la emoción, y acercó su rostro al del vampiro.
El beso despertó entonces, urgente, necesario, furioso...
Sus labios y lenguas se movían ansiosos, desesperados, enrulados por el deseo irrefrenable que les impulsaba a querer más. 
Las manos de Damon se deslizaron por la espalda de Elena, haciendo que ella se estremeciera. Los labios del muchacho recorrieron el cuello de la joven.
La sed era importable, pero ante el deseo carnal, Damon era incapaz de atacar a Elena y alimentarse de ella. Ya habría tiempo para eso más tarde... 
Sus ropas cayeron al suelo produciendo un ruido apagado, sobre la gruesa alfombra de la sala.
Al calor de la chimenea, Damon se sintió más humano que nunca mientras dibujaba senderos de besos por todo el cuerpo de Elena.
Ella gemía y se contorneaba, pidiendo más y el vampiro no pensaba dejar a esa encantadora humana con deseos sin cumplir. 

Cuando los labios de Damon descendieron por el bajo vientre de Elena, la joven arqueó su cuerpo, gimiendo aún más y el vampiro entonces deshizo su sendero, volviendo a los labios de Elena que tanto ansiaba.
Este beso fue más violento y angustiado. Su sed iba en aumento y él intentaba controlarla. No quería matarla. No aún...
Con un fluido y rápido movimiento, penetró en ella. El interior de la joven lo esperaba húmedo y caliente y eso provocó un estremecimiento en Damon.
Rítmicos y acompasados movimientos hacían que sus cuerpos se conectaran más y más.
No había necesidad de palabras. Sólo entrega y goce... 

Cuando él sintió que ella comenzaba a sacudirse y su interior se estrechaba anunciando la proximidad del éxtasis, aumentó sus embistes para llegar a la par.
En ese momento sublime y magnífico, en un arranque de pasión, Elena mordió suavemente el hombro de Damon. El vampiro, movido por la sed y la actitud de su compañera, acercó sus labios al cuello de la joven, dispuesto a atacarle al fin.
Pero no pudo... 

Él, el fuerte, valiente y muy capaz, el vampiro que tantas décadas acumulaba en su vida, no fue capaz de morder a esa hermosa humana que respiraba entrecortadamente a causa del hecho que acaban de consumir.
No. No podía morderla. La sed era importable, si. Pero pensar en el dolor de perderla era aún peor. Y convertirla era condenarla a una vida como la suya...
Podía ser egoísta y egocéntrico cuando lo quería, pero ahora no podía hacer tremendo mal. No podía...
Su cuerpo aún clamaba más, ansiaba más de Elena. Su lado humano lo hacía débil, pero salvaba a la humana de un fin atroz. 
Suspiró, mientras comprobaba que Elena se había quedado dormida.
A la mañana siguiente, despertaría sola y sin saber que Damon no era un humano común, sin conocer tampoco lo cerca que estuvo su muerte y ajena, por sobre todo, a la extraña plaga que afectó al pueblo cuando, sin explicación alguna, con la llegada de la mañana varios vecinos aparecieron muertos sin gota alguna de sangre en sus cuerpos. 

Damon había optado por el camino que podía soportar seguir. Había disfrutado al tener a Elena entre sus brazos, pero su sed clamaba y él debía saciarce. Infelices y pobres aquellos que él encontró en su retirada... 
Algún día, Elena y él volverían a encontrarse. Ahora, Damon debía llegar a Italia y buscar a Stefan.
Con su sed saciada pero su deseo encendido, el vampiro juró que lo suyo con Elena no quedaría en una simple noche de pasión... 


- Fin -


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