sábado, 10 de julio de 2010

Capitulo 10: El Corazón de Sophía

Cayó la tarde tiñendo el cielo de un sanguinolento color rojo.
Javier ya había intentado todo.
Compresas, baño de agua fría, medicamentos...
Pero la fiebre seguía afectando a Sophia en sobremanera.
Ahora todo era cuestión de tiempo... Había que esperar que hicieran efecto los antipiréticos y la temperatura descendiera, de lo contrario sería preciso internar a Sophia.
El joven médico bien lo sabía. Su paciente no podía estar con 39ºC durante más de 18 horas...
La fiebre significaba infección y en Sophia, "infección" era una mala palabra, de esas que nunca debían nombrarse o pensarse.
En un corazón tan afectado y débil como el suyo, una simple infección podía ocasionarle la muerte.
No. No pensaría en eso. Ella sobreviviría. Si. Así sería...

Javier dejó a Sophia en su cama y la abrigó cuidadosamente.
Se sentó a su lado, tratando de pensar. Se sentía culpable...
Las palabras que Sophia había susurrado en su delirio, antes de hundirse en ese terrible sopor en que estaba ahora, impulsaban a Javier a pensarse responsable.
Pero... ¿Qué había hecho él? ¿En qué forma había lastimado a Sophia? ¿Porque ella le acusaba de dejarle caer?
Tal vez Sophia soñaba con otra persona, no con él. Tal vez...

Viendo que Sophia dormía ahora un tanto más tranquila, el médico regresó a la sala, a ordenar todo por si era necesario llamar a emergencias.
Descubrió así que el sofá donde había encontrado a Sophia estaba completamente empapado.
El abrigo de la joven también chorreaba agua y se podía ver marcas de agua en el suelo de parquet.
Sophia había estado caminando bajo la lluvia. Sólo eso explicaba la escena que veía en la sala.
Fue a la cocina, a buscar algo con qué limpiar y secar el suelo y descubrió la mesa prolijamente preparada para dos comensales.
Todo parecía indicar que alguien había preparado un suculento almuerzo.
Javier se llevó las manos a la nuca y se pensó el hombre más idiota del mundo.
Sophia había preparado esa comida para él, no había otra explicación. Bien recordaba él que Nana y Danlin pasarían el día con Francisco, el hermano de Nana que llegaba de viaje.
¿A quién más podría haberle cocinado Sophia sino era a él?
Y tal vez Sophia había ido al hospital a darle la sorpresa por el almuerzo...
Y si eso había ocurrido, era más que posible que hubiera visto a Shia besándolo.

Javier cerró los ojos, gruñendo.
Por como conocía a Sophia, seguramente ella había pensado que Shia y él estaban juntos. Y eso en un mes de amistad tendría que haber salido como tema de conversación al menos una vez...
Bueno, Sophia nunca había nombrado a Quimey. Pero eso era un caso a parte.
Si. Era probable que Sophia hubiera visto todo y entendido las cosas a su manera. Él nunca había mencionado a Shia. Era parte del pasado. Pero Sophia no tenía forma de saber eso.
Seguramente la joven había dado media vuelta y había regresado a su apto sin detenerse a preguntar o escuchar respuestas.
Llovía en aquel momento, tanto como ahora. Sophia no había regresado en taxi como Javier. Ella había caminado todo el trayecto bajo la lluvia...
Javier tenía los ojos cerrados. Sentía que en cualquier momento podía estallar en llanto del enojo que tenía para consigo mismo.
Sophia había sentido su amistad y confianza destrozadas y había descuidado su salud por su culpa.
Si... Él había hecho que cayera...
Con su corazón y pulmones tan débiles y dañados, ella había caminado debajo de la lluvia al menos por media hora, no podía correr, su corazón no lo resistiría. Y tampoco, de estar dolida y triste, habría pensado en moverse rápido. Ella habría caminado lo más lento posible para calmar su respiración, si acaso estaba nerviosa, y para evitar desvanecerse luego, sin testigos ni ayuda cercana.
Pero con eso y todo, Sophia había cometido la imprudencia de caminar bajo la lluvia, sin impermeable o paraguas. Y ahora, la fiebre jugaba con ella y parecía llevar las de ganar...

Javier suspiró. Una, dos, tres veces.
Él no perdía el control nunca frente a un paciente que lo necesitaba, mucho menos con Sophia.
Regresó a su habitación y se sentó frente a la cama, en el sofá donde su amiga y paciente gustaba de sentarse a leer.
No pensaba alejarse en ningún momento de ella. No. Nunca más.
Sophia debía de pensar que él no la apreciaba o que no valoraba su cercanía.
Y muy por el contrario, Javier quería a Sophia de una forma que no podía explicar.
Más allá de la amistad, más allá de su relación paciente/médico, él la quería y mucho.
Si. No había dudas. Había dejado a Shia luego del beso sin decirle ni una palabra y eso significaba que su ex ya no influía de ninguna forma en su vida.
Eso se debía a Sophia. Ella había cambiado su existencia de una manera asombrosa.
Esa hermosa princesa de brillante sonrisa le daba motivos cada día para seguir y no bajar los brazos ante nada.
Y él, como buen idiota, cretino, maldito, estúpido, había cometido el peor de todos los errores: nunca había hablado de su pasado amoroso con Sophia y había bajado la guardia frente a su ex, sin poder evitar el beso. Beso que había destrozado a Sophia. Beso sin sabor ni sentimiento que había generado esto... Sophia volaba en fiebre, sumida en un desesperante descanso.

Por milésima vez Javier suspiró, cansado luego de todo el ir y venir del día y sin notar cambios en su paciente.
De pronto, en un murmullo, Sophia comenzó a hablar.
El médico debió acercarse mucho para entender las palabras de la joven. Ella seguía en el mismo sopor pero hablaba en sueños.
Sólo una palabra mencionaba: "Javier".
Y ante la mirada atónita del muchacho, la joven comenzó a llorar. Un llanto amargo, agrio incluso, para él, que sólo podía observar sin ser capaz de ayudar de ninguna manera.
Durante el resto de la tarde y gran parte de la noche, Sophia continuó en su intranquilo sueño, llorando de a ratos, mientras susurraba el nombre de su médico y Javier se sentía la peor basura del mundo, un ser horrible y miserable que no tenía perdón de Dios.
¿Quién era capaz de dañar a un ser tan dulce, tierno y hermoso como Sophia? Sólo un monstruo. Y eso era él. Lo peor de lo peor...
Era una agonía ver todo sin poder hacer nada.

En algún momento debió de quedarse dormido, porque reaccionó ante la voz de Sophia que le llamaba y se encontró en el sofá, acurrucado como solía situarse al dormir.
Abrió los ojos mientras se acomodaba mejor en el sillón y descubrió a Sophia que le miraba tiernamente.
La luz de la habitación le permitía observar la sonrisa en su paciente mientras se acercaba a su lado lentamente.
La joven se sentó en un mínimo espacio vacío y rodeó el cuello de Javier con sus pequeños brazos.
Él miraba la escena como si todo fuera un sueño, como si aquello no estuviera ocurriendo en verdad.
Sophia estaba junto a él, cálida, con sus mejillas de un vivo color escarlata y sonriéndole.
En ningún momento pensó en verificar si tenía fiebre o no. El contacto de su piel y la de su paciente generaba demasiadas sensaciones que no podía controlar.
Podían estar en el mismísimo infierno y él ni se habría percatado, volando como estaba en algún distante cielo, por la simple cercanía de Sophia.

La joven sonrió una vez más y susurró al oído del muchacho:
-Javier... Te amo... ¿No puedes verlo?
Él la miró aún más sorprendido, mientras su corazón comenzaba a latir velozmente.
Y antes de que nada pudiera hacer, Sophia rozó sus labios con los suyos.
Un simple roce, sólo eso... Un roce que desencadenó una tormenta en el mar de emociones en que Javier estaba sumergido.
Sophia estrechó su abrazo, acercándose lo máximo posible a Javier y él reaccionó sin pensarlo, rodeando la cintura de la joven con un brazo y tomándole por la nuca con su mano libre.
Una vez más, Sophia acercó sus labios, esta vez para besarle en serio. Y Javier se entregó al beso mientras sentía que todas sus células nerviosas sensibles estaban enfocadas a percibir cada detalle del beso con total precisión.
Nunca antes había sentido algo así. Nunca había besado a nadie de esa manera, con tanto sentimiento y emoción.
No, no era un sueño. Esto era lo más real que había vivido en toda su existencia.
Sus labios moviéndose a la par que los de Sophia, sincronizados, rítmicos, mientras sus lenguas bailaban entre si, conociéndose, saboreándose.
Un beso dulce, cálido, tierno. Tal y como era Sophia. Así de magnífico era el beso.
La respiración entrecortada de Sophia le hizo volver en si y liberarla de su abrazo.
La joven sonrió y se puso de pie, mientras se enfocaba en calmar su respiración.
-Te amo... No lo olvides...- murmuró, antes de regresar a su cama y entregarse nuevamente al sueño.
Javier suspiró, tratando de entender lo sucedido.
Tratando de explicarse a si mismo que había sido esa tormenta que había caído sobre él y le había dejado así, con el sentir a flor de piel y anhelando más, mucho más...

Cerró los ojos, repasando en sus pensamientos cada detalle del beso... Entró así en un profundo sueño, lleno de colores brillantes y hermosas melodías de amor...

6 comentarios :

  1. O.O Erz, Dios Mio El capitulo estubo genial!!!
    Me encanto, la forma en que trasmites las emociones me deja sin palabras!!!
    Un besote
    Andrea ^^

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  2. Por favor qué maravilla!!! Erzzz girlll!! Me matas!! Qué beso de ensueño! Yeah!!! Me voy con una sonrisa, si si sí!
    Besos
    T.

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  3. Dios ese beso...me encantó..por favor..ya quisiera un beso así..me hizó delirar..
    besos chau..no leemos.

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  4. genial cap.. sofia por fin hizo el movimiento.. desmostrando lo que sentia, javier se da cuenta que siente mas por sofia de lo que creia.. espero la historia siga evolucionando asi.. muy buena la historia erz.. GRAN ESCRITORA cuidate.. chao erspero el prox

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  5. waaaaaaaaaaaaaaa1 te quedo bellisimo! pero pobre sophI!! espero se puedan arreglar :)

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Gracias por ayudar a que el mío crezca!!!