sábado, 14 de agosto de 2010

Capítulo 15: El Corazón de Sophía

-¿Y bien? ¿Qué opinas?- preguntó Javier.
Sophia suspiró pensando en todo lo que su médico y mejor amigo acababa de decirle.
Agradecía no haber cometido el error de confiarle, confirmarle mejor dicho, lo que sentía por él.
Ahora Javier tenía bastante con qué entretenerse.

-Bueno...- dijo la joven- Yo creo que estás en lo correcto al pedir una prueba de ADN. Y por lo que te dijo Shia... Pues, si aún sientes algo por ella, es mejor que te aferres a eso... Creo que sería bueno para el niño el tener a sus padres juntos. Pero todo es decisión tuya, al fin y al cabo, no mía...
-Pero... Sophia, tú sabes lo que siento por ti... Y yo... No quiero perder esto...
-¿Perder qué? Javier, no estás atado a mí de ninguna forma. Eres mi amigo y mi médico, pero no estás obligado a darme explicaciones por nada...
-Sophia, no te entiendo... Me dijiste que odiabas que no confiara en ti y te ocultara cosas.
-Si... Pero esto es distinto. Tú y yo no tenemos nada, así que no me debes nada. Seré tu amiga, estaré para acompañarte, pero no tienes porqué contarme todo lo que te ocurra y tampoco yo te diré todo lo que haga y deje de hacer...
Javier miraba a su paciente sin saber qué decir. En realidad sabía muy bien qué quería decir, el punto era ¿cómo decirlo? Sophia se mostraba fría, distante de una forma bien extraña.
Javier nunca podría comprender que esa era la única forma que ella había encontrado para refugiarse y evitar salir aún más herida.
Sophia nunca volvería a mostrarse rota delante de ese muchacho que ahora la miraba tristemente.
-Como tú digas...- replicó el médico encogiendose de hombros. Si Sophia iba a plantar muralla, él vería lo forma de derribarla... Pero primero le daría espacio. Ahora lo principal era que ella mejorara de la bronquitis, el resto podía esperar.
Mientras salía de la habitación, Javier entrecerró los ojos en un gesto de dolor. Sophia estaba en el hospital por su culpa, otra razón para sentirse terrible...

Nana sabía que Danlin y Francisco la miraban expectantes, esperando una explicación. Pero todo el camino hasta su auto y el traslado hasta la casa ocurrió en silencio.
Ya en la sala de su hogar, Mariana no encontraba forma de evadir las preguntas que pronto despertarían en los labios de su amiga y su hermano.
Suspiró, mientras Francisco se acomodaba en un sofá y Danlin comenzaba a dar vueltas por la sala, buscando las palabras adecuadas, procurando armar la pregunta que le diera las respuesta que buscaba...

Ese gesto de Javier, esa forma de irse tras un susurro, le trajo a Sophia recuerdos de una conversación, una de las primeras charlas con Javier...
-Ya nada importa. Ni el tiempo, ni el lugar. Nada. No tengo fuerzas. Miro a mi alrededor y no encuentro a qué aferrarme. Sólo puedo pensar en dejarle lo mejor a mis seres queridos, en organizar todo antes de mi partida...- había dicho la joven en un arrebato de desesperanza.
En aquel entonces, Javier entrecerró los ojos movido por el dolor de Sophia y, aunque no lo mostrase, por su propio dolor también. Él quería verla sonriente y alegre, como cuando estaba con su hermana y su amiga. Ella aprovechaba los momentos a solas para liberar sus preocupaciones y miedos.
Ante el gesto de su médico, Sophia sonrió levemente. Él se preocupaba por ella...

Ahora, Sophia veía que había mucho que le importara. Mucho en verdad por lo cual lamentarse si lo perdía.
Sus pensamientos comenzaron a divagar lejos, muy lejos.
Sin darse cuenta, se descubrió pensando en Quimey y se permitió extrañarlo, como tantas veces antes...

Javier caminaba con la mirada baja, tratando de pensar, de comprender, cómo su vida se había vuelto de pronto en esa maraña de problemas, tristezas y preocupaciones que le miraba de frente, como planteando batalla.
Él nunca se daba por vencido. Tampoco lo haría ahora.
¿Por qué Shia tenía que aparecer justo ahora? ¿Por qué le había ocultado la cuestión del bebé?
Y Sophia, que se mostraba más fría que nunca en su papel de amiga y paciente cuando ambos sabían bien lo que sentían el uno por el otro.
Aún si el pequeño era su hijo, Javier no pensaba alejarse de Sophia. No, de ninguna forma.
Mientras iba de camino a su oficina, inmerso en sus pensamientos, alguien llamó su atención.
-Discúlpe... Busco a Sophia Urlin...- dijo un muchacho de cabellos claros y ojos verdes.
Javier lo miró confundido y sólo dijo:
-Habitación 164.
El desconocido sonrió y asintiendo siguió su camino, mientras el médico se preguntaba quién sería ese hombre y para qué buscaba a su paciente, pero una enfermera lo llamó y tuvo que fijar su atención en los estudios que debía analizar...

Sophia suspiró y se preguntó qué había hecho ella para merecer todo lo que le ocurría.
Su corazón fallaba. Su padre la buscaba sólo por dinero. Su hermana a punto de quedar en la calle. Quimey, que había sido su gran amor y junto al cual había imaginado toda una vida, la había abandonado al saber de su enfermedad. Y ahora, Javier. Ese muchacho por el cual sentía algo que no pensaba demostrar... Javier le confesaba su amor pero ella no podía aceptarlo. Menos con un niño de por medio.
Sophia comparó a su médico con Quimey. Más allá de las diferencias físicas, Javier era cálido, simpático y la protegía cuanto podía a todo momento.
Quimey había sido cariñoso y encantador hasta el día del primer diagnóstico. Entonces se volvió frío y distante y al final, la abandonó.
Sophia había llegado a pensar que Quimey era el amor de su vida. Pero el tiempo le demostró su equivocación. Si lo medía, la balanza marcaba claramente el desnivel: eran más las tristezas y dolores que las alegrías.
Tampoco podía ella pensar que Javier era ese amor único y maravilloso. No. No era posible. Porque el amor por su amigo y médico era trunco, no tendría vida. No. Ya no.
En su momento, Sophia había anclado en un baúl lo que sentía por Quimey. Ahora pensaba hacer lo mismo con Javier.
Click, click, click...
El corazón de Sophia se fisuraba y comenzaba a sangrar...
Click, click, click...
Debía respirar profundo y sacar fuerzas de algún recóndito espacio, hacer frente y no caer. No. No debía caer. Nadie podía salvarla ahora...
Un llamado a la puerta hizo que Sophia regresara a la realidad.
Unos ojos verdes que ella bien conocía la observaban expectantes desde el marco de la puerta.
Quimey...

-¿De qué va el asunto?- inquirió Danlin, mirando fijamente a Nana.
Francisco había cerrado los ojos y parecía más bien estar durmiendo, se sentía aún cansado por el viaje pero al igual que Danlin, tenía muchas dudas respecto a lo ocurrido en el hospital.
Sophia era la preocupación de todos y no pensaba ir a descansar hasta no entender bien la situación.
Mariana suspiró.
-Danlin, esto es algo privado, no es cuestión nuestra...
-Sophia es mi hermana, claro que es cuestión mía si algo le sucede... Mira cómo quedó al ver a esa mujer hablar con Javier...
Ahora Danlin se había sentado junto a Francisco. El muchacho permanecía con los ojos cerrados y junto a la tarea de evitar dormirse, debía evitar pensar en Danlin, allí, tan cerca suyo... Gruñó en un murmullo y se cruzó de brazos. Danlin lo miró confundida, sin entender la razón de ese gesto.
Nana intentaba encontrar un escape al acoso de Danlin, cuando alguien llamó a la puerta. Al atender, se encontró con la extraña muchacha del hospital, esa que tanto se parecía a Sophia.
-Hola...- dijo la chica tímidamente- ¿Usted es Mariana Anhart?
Nana asintió, mientras Danlin y Francisco se acercaban a ver a la joven.
-Pues... yo necesito hablar con usted... mi nombre es Mar, Mar Urlin- indicó casi en susurros.
La preocupación se dibujó en la mirada de Mariana. A Danlin, de pronto, se le vino el mundo abajo...

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5 comentarios :

  1. Me muero!!!! no me puedes dejar así una semana!! Erz preciosa, apiádate!!! Madre mía cuando le pregunta por la habitación de Sophia, madre mía cuando Javier lo sepa!! Amé el capi, sí! mucho!
    Besos
    T.

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  2. Amo esta historia aunque a veces quiero golpear a Sophia jejejeje... y ahora me dejas con la intriga de ¿Por que salgo justo en ese momento?... aaaah! Hermanota me voy a quedar sin uñitas y tu vas a ser la unica culpable XD
    Buen capi!!
    Besotes!
    tq!

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  3. hola wow que cap.. creo que tengo un problema similar al del javier.. no con el embarazo y eso.. si no con la confianza, los cambio bruscos y los descuido hacias las personas importantes en nuestras vidas... pero como javier ya luchare para ganarme esa confianza y cambiar esa tristeza por una lluvia de sonrisas.. saludos erz.. buen cap

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  4. uyy! ya sigo, esto se pone mas interesante!

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Gracias por ayudar a que el mío crezca!!!