sábado, 28 de agosto de 2010

Capítulo 17: El corazón de Sophia

-¿Se puede saber qué estás haciendo?- gritó José, uno de los compañeros de Javier al ver que su amigo había derribado de una trompada a un muchacho que iba camino a subir a su coche.
Javier se detuvo en seco, con la respiración entrecortada. Si fuera por él, continuaría golpeando a Quimey...
-Vamos... Pueden sancionarte por esto. Si él hace la denuncia incluso podrían despedirte- agregó José, preocupado.

Quimey abrió los ojos y, confundido, miró a Javier sin entender la razón del ataque.
-¿Quién te piensas que eres para golpearme así?- preguntó, poniéndose de pie, dispuesto a cobrarse el golpe. Javier le aventajaba en unos 10 cm de estatura, pero Quimey era deportista y podía dar buena pelea.
José se puso en medio, entre su amigo y el desconocido.
-Vamos... Calmencé...- pidió, mientras veía que la gente que pasaba por el lugar comenzaba a mirar el alboroto.

Javier entrecerró los ojos y Quimey hizo una mueca. Ambos tenían intenciones de continuar con el enfrentamiento, pero con tanto publico no era bueno.
-Idiota... ¿Quién te piensas que eres al venir a hablar con Sophia? Con todo lo que le hiciste, te mereces más que una simple trompada- gruñó el médico, la furia no amaínaba.
-Soy libre de hablar con quién desee y Sophia es importante para mi... ¿Quién eres tú, en todo caso, para reclamarme distancia?- Quimey también se notaba enojado.
José, en medio, intentaba entender tanto como le fuera posible.

-¿Quién soy? ¿Quién soy?- preguntó retóricamente Javier- Soy quién ha visto llorar a Sophia, soy quién vela por su salud noche y día... Soy su médico y tú eres sinónimo de dolor y tristeza para ella... No te quiero cerca...
La mirada de Quimey se oscureció repentinamente.
-Ni tú ni nadie me prohibirá acercarme a lo que más quiero... Sophia no me rechazó, aceptó escucharme y no eres nadie para alejarme de ella... No levantaré cargos contra ti porque Sophia necesita a su médico, pero pagarás esto...- rugió Quimey, subiendo a su coche y emprendiendo retirada. Él no se daría por vencido. Quería a Sophia y ese tonto médico no sería un obstáculo en su camino.

Javier miró la marcha de Quimey enojado en sobremanera. José lo observaba en silencio. La actitud de su amigo le sorprendía y ponía en alerta. Javier no era de comportarse así... ¿qué le estaba ocurriendo a su colega?
-Vamos... Te invito un café, tenemos mucho para hablar...- dijo, mientras palmeaba la espalda de Javier e intentaba sonreír sin mucho éxito.

Mar se retiró de la casa de Mariana luego de prometer regresar pronto.
Se sentía contenta ante la buena predisposición y trato con la habían recibido en ese hogar y tuvo esperanzas de que Sophia respondiera también de forma amable ante el conocimiento de su existencia.
Mar entendía que era difícil aceptar un nuevo hermano y más en el caso de ese padre en común que tenían.

Ella siempre había deseado tener una hermana mayor con quién hablar y compartir secretos. Hacía pocos días que sabía de la existencia de Sophia y anhelaba entablar, al menos, una buena amistad con su media hermana.
Llegó a su casa ya entrada la noche.
-¿Qué tal te fue?- preguntó William.
-Bien...- respondió Mar mientras se encogía de hombros.
-¿Sólo bien? ¿No me darás más detalles?
Mar suspiró, molesta. Cuando supo que su única hermana padecía de una grave enfermedad cardíaca, William le prometió que movería cielo y tierra por ayudar a Sophia, pero a cambio, Mar debía ayudarle a él con otras cuestiones.
La joven sentía que esto no era bueno. No conocía aún a su hermana, pero ya la apreciaba simplemente por los comentarios de Danlin, Nana y Francisco y lo que le pedía William le parecía demasiado, más quería ayudar a Sophia de alguna manera.
"Me siento como un espía doble, jugando para dos bandos opuestos...", pensó Mar, mientras subía las escaleras y se dirigía a su cuarto.

-Veo que le caíste muy bien a Mar...- dijo Danlin a Francisco, mientras Nana se preparaba para su salida.
El muchacho se sorprendió ante esa muestra de celos por parte de aquella niña tan dulce y autosuficiente como era Danlin.
-Pues... Tú has estado más atenta, yo no me percaté de nada... ¿Desde cuándo te fijas en quienes me miran? ¿Ahora quieres controlar a las mujeres que pueden mostrar algo de interés por mi?- cuestionó él con frialdad, ocultando así su alegría ante la actitud de Danlin.
-Yo no controlo ni veo nada... Era obvio, simplemente- replicó molesta Danlin. Esa forma de responder de Francisco a veces la sacaba de sus casillas. Ya lo había notado en el aeropuerto. Las mujeres miraban a su amigo pero él se mostraba frío y distante. ¿Dónde quedaba el muchacho dulce y tierno que ella conocía?
Para peor... Mar le agradaba, pero no soportaba la idea de verla cerca de Francisco. Y ese rechazo ante la idea de ver a su amigo con una chica, sea cual fuese, impacientaba a Danlin. ¿Por qué se sentía así? Si él sólo era su amigo...

Mariana, en tanto, se duchó, maquilló y vistió especialmente para su salida.
Estaba entusiasmada con la idea de ver a Andrés...
Sin preocuparse por su hermano y Danlin, que ya eran bastante grandes para cuidarse por si solos, se subió a su auto previa llamada a Sophia. Su amiga le deseó toda la suerte del mundo y Mariana se sintió feliz de escuchar mejor a Sophia. Hablaría con ella del tema de Javier al día siguiente, cuando todo estuviera más calmo.
A las 21 hs puntualmente, se encontró con Andrés en "Girasoles", un restaurant donde siempre acostumbraba ir a comer.

-Estás encantadora...- susurró Andrés a su oído mientras le obsequiaba una rosa roja.
Nana sonrió. Había olvidado lo encantador que podía ser el apuesto abogado a quién había conocido casi por casualidad... Y ese interés que siempre había sentido por él, cobró más fuerza en el preciso momento en que Andrés le sonrió. Una sonrisa... Y todos los enojos que ella había podido guardar hacía él se desvanecieron en el aire.
Una sonrisa, y el corazón de Mariana comenzó a latir más veloz. Como si tuviera alas... Corazón enamorado.

Sophia escribía en su cuaderno cuando Javier regresó a visitarla, varias horas más tarde del incidente con Quimey.
-Veo que me abandonaste simplemente para golpear a Quimey- dijo la muchacha sin levantar la vista de su trabajo. Su mano bailaba sobre el papel y lograba que la pluma trazara, veloz, palabras y más palabras.
Javier bufó.
-Ya te vino con el cuento... ¡Vaya cobarde!- susurró enojado.
-No. No me dijo nada. Sólo eran ideas mías, pero lo corroboraste con esa respuesta- repuso ella, mirando todavía el papel.
Javier gimió en murmullos. Odiaba ver a Sophia tan distante. Le dolía esa distancia que su amiga y paciente marcaba cuando estaba molesta con él.
-Princesa...
-Sólo quiero que sepas que aceptaré sus disculpas. Creo en sus palabras.
-Sophia...
-Soy libre de hacer cuanto desee. Javier, no eres quién para regañarme por las personas con quienes me relaciono...
El médico hizo otra mueca de dolor. Sophia estaba haciendo un reproche válido...
-Mi vida, él te lastimó mucho. Te hizo sufrir injustamente.
-Eso es cosa mía. No tenías porqué atacarle. Y si quiero hablarme con él, es asunto mío también.
-Pero...
-Nunca lo entenderías- murmuró Sophia- No entenderás jamás que hay cosas que necesito hablar y no puedo recurrir a Nana, mi hermana o a ti... Y soy lo bastante adulta para decidir con quién hablar y con quién no...
Javier suspiró. Asintió sin decir más palabra, intentando ocultar su enojo y dolor.

Sophia no estaba siendo totalmente sincera. Ella sentía que ya estaba cansada de odiar a Quimey. Que no tenía sentido guardarle rencor, eso no la beneficiaba en nada. Pero no confiaría en su ex como le estaba diciendo a Javier. Eso sólo lo decía para hacer molestar a su médico. Ella debía tolerar a Shia, cuyo beso con Javier aún no lograba olvidar. Entonces, su médico y amigo, debía aprender a tolerar a Quimey.
Ahora, más que nunca, anhelaba los abrazos de Javier y su sonrisa siempre radiante. Pero no pensaba pedirle nada.
Intentaba enterrar bien profundo todo sentimiento de amor hacia Javier y eso incluía las muestras de afecto.
Javier, por su lado, conocía bien a Sophia y sabía que si estaba molesta, continuar con el asunto era echar más leña al fuego. Se mantuvo en silencio, recostado en el sofá que había junto a la cama. Desde allí observó a Sophia mientras guardaba el cuaderno, se acomodaba y decía en susurros "buenas noches" antes de quedar profundamente dormida.
El médico, entonces, se levantó del sofá y caminó hasta la cama, acarició el rostro de Sophia y reprimió un gemido.
Tan cerca había estado de su amada y ahora, el destino parecía querer alejarlos. Pero él pensaba luchar. No se daría por vencido fácilmente. Amaba a Sophia y lograría su confianza nuevamente. Aún cuando ya nada fuera como antes, él no dejaría morir el amor que sentía por Sophia. Y sabía que ella también lo amaba. Por eso no pensaba rendirse. Porque podía verlo en la mirada de su paciente. Ella lo amaba...
En sueños, Sophia comenzó a llorar y Javier sintió que su corazón se encogía del dolor. Ver el rostro de Sophia cubierto de lágrimas era triste. Saber que ella lloraba por él era lo peor...

7 comentarios :

  1. Pobre Sophia....... *__* Danlin!!!

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  2. Es muy triste el final de este capítulo!TT
    Me sabe muy mal por Sophia..

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  3. Ohhh! Qué difíciles son a veces las cosas...solo nos queda luchar! Me encantó el capi Erz!...humm...Mar y su doble juego me tiene en vilo...
    Un beso
    T.

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  4. Ohh, asi que va a haber competencia eh!

    Sophia tendra que encontrar la valentia...

    Danlin, TKM!

    MAP!

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  5. wou! Lleno de emociones.. me encanto!! [: creo q Javier se esta ganando mi cariño jejeje... Lo de Mar me tiene intrigada :S
    Besotes! tqm!

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  6. Hola Erzengel. Quería decirte que he conocido tu blog gracias a adictos a la escritura y que desde que lo visité por primera vez sigo todos tus capis. Me encantan tus historias sobre todo esta.

    Aqua.

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  7. waaaa que capi hermana!
    Danlin hermanitaaa te qiero!

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Gracias por ayudar a que el mío crezca!!!