Empiezo a enhebrar palabras,
a trazar letras, incansable.
Es tarde ya.
Si regresas,
no verás lo que una vez fui
ni encontrarás en mí
aquel angel que una vez conociste.
Una noche, hace tiempo,
desgajé mi alma en milimétricas partes
y me desangré hasta que por mis venas
no corrió gota alguna del sentimiento que te tenía.
Soy un asesino, lo confieso.
Aquella noche en que renuncié a todo,
di muerte al amor que te profesaba
y lo enterré en el fondo del abismo
donde llegué impulsado por tu propio abandono.
Luego de tan arduo trabajo,
después de estar postrado de rodillas
llorando un deceso que era inevitable,
me puse de pie y volví a mi casa.
Provisto de aguja e hilo,
enlacé uno a uno los gajos de mi alma.
Me rehice,
esta vez,
sin rastro alguno de tu paso por mi vida.
Cuando vuelvas a buscarme,
no me reconocerás ni entenderás porqué lo hice.
Yo amaba demasiado,
tú dabas demasiadas vueltas.
Me forzaste a seguir,
a dejarte sin mirar atrás.
Por eso escribo estas líneas:
para que sepas que me suicidé
al asesinar el amor que te tenía
y me di vida nueva al dejarte en el olvido.