sábado, 27 de febrero de 2010

Capitulo 12: Luchando en busca de Luz...

-¿Estás bien? ¿qué te pasa?- preguntó Aitor, confundido.
-Tan solo vete, dejame sola. Quiero estar tranquila...- respondí, me costaba mantener mi furia controlada, no quería lastimar a Aitor, pero el enojo era grande.
-No, quiero que hablemos, que me expliques lo que te pasa, tu no eres así, no te comportas de esa manera...
Sus palabras hicieron mella en mi enojo, aumentándolo.
-Cierto, yo no soy así... Tampoco tu eres de juguetear con tus alumnas, pero mira, con Nana si...- conteste gruñendo.
-¿Nana? ¿Por eso te enojaste? Me conoces bien, Naime...- comenzó a decir Aitor, pero yo le detuve.
-No, no te conozco. El muchacho que conozco no sigue jugueteos histéricos, ni deja que una alumna se acerque a el para besarlo... ¿Tanto te gusta?
-No lo se, no se si­ me gusta- admitió- no he prestado atención a eso, tengo otras cosas en la cabeza. -¿Otras cosas?-Si, otras cosas, sentimientos que no pensaba existían, me envuelven, me empujan, no se que hacer, como actuar... yo... yo te quiero...- dijo, susurrando.
Esas tres simples palabras hicieron que yo me relajara un poco. Pero me mantuve de espaldas a Aitor, sin darle la cara, sabia bien que si le miraba a los ojos, estaba perdida...
Aitor, por su lado, se había acercado tanto que estaba ya a mi lado, con su espalda contra el mismo árbol donde yo tenia apoyada una de mis manos. Estaba tan cerca mio que podía abrazarlo si lo deseaba, pero el enojo aun permanecía y no podía evitarlo...
Miraba hacia otro lugar, haciendo de cuenta que no le veia. Podía sentir que tampoco él fijaba su mirada en mi. Sonreí, dandome cuenta de que el miraba al norte y yo al sur, como cuando eramos pequeños y jugábamos a las escondidas, el siempre se guiaaba al norte y yo haciendo la contra, buscaba el sur... Pero ya no eramos niños, ni siquiera eramos humanos...
Suspiré y dije:
-Yo también te quiero, Aitor.
-Si, me quieres, pero... No es simple amistad lo que siento por ti...- respondió.
Yo cerré los ojos, tratando de pensar, necesitaba sacar ideas en limpio de la maraña de cosas que había en mi cabeza.
-Yo te quiero...- repitió Aitor- y... últimamente me he estado rebanando los sesos, pensando en Jaqueline...
Cerré los ojos y suspire. ¿cuánto me importaba Aitor? ¿lo quería lo suficiente? ¿lo amaba o todo esto eran simples celos por tantos años de estar solo los dos? Jaqueline...
No recordaba si por ella también había sentido celos... Mi vida humana a veces se desdibujaba en borrosos recuerdos, ¿cuando había comenzado a importarme este muchacho de cabellos oscuros que tenia a mi lado? Eramos equipo, amigos de toda la vida, ¿o había algo mas?
-¿Jaqueline?- mi voz sonó incrédula cuando hable- ¿Y que hay de Nana? ¿Por qué dejas que se acerque tanto?- cuestioné.
-No estás entendiendo. Si que eres cabezota...- dijo, negando con la cabeza.
Giré mi rostro y lo mire fijamente. Dos ojos dorados me devolvieron la mirada. Una mirada cargada de angustia y dolor. Melancolía...
Suspiré. Aitor nunca se había perdonado lo de Jaqueline. Se sentía culpable, cuando en realidad, la única responsable de todo era yo.
Yo me había ido a pelear sola con aquel vampiro, sin medir consecuencias.
Y desde entonces, había arrastrado a Aitor conmigo, en un viaje sin retorno.
Ya no habría un mañana para nosotros. Nunca tendríamos familia propia, ni seriamos libres de salir a la luz del sol en un lugar lleno de humanos...
Viviríamos entre las sombras siempre... Las sombras... Por eso estábamos en esta lucha sin fin, peleando contra los grandes grupos vampiros existentes. Porque no queríamos sombras para el mundo, porque deseábamos que la humanidad no se viera sometida a esto que eramos. Jugábamos un juego peligroso, si, pero aprovechábamos las pocas cartas a nuestro favor sin escudarnos tras la excusa de ser vampiros...
Peleábamos por el bien de los demás, por el bien nuestro, el de todos...
En medio de las sombras luchábamos en busca de luz...
Y nunca me había detenido a pensar en nada mas que eso...
Mi corazon de piedra habia dejado de latir hacia decadas.
Nunca habia pensado en sentir nada por nadie. No podia, no debia hacerlo... Si mi vida corria peligro constante, ¿para qué atar a alguien al dolor de perderme?
La vida me habia alcanzado al fin. Despues de tantos años, mi corazon latia por alguien. Alguien a quien yo le habia robado todo, su humanidad, su futura familia...
¿cómo podia esperar que Aitor llegase a sentir algo por mi luego de todo lo vivido a mi lado?
Yo no lo merecia. No, él valia mas... Merecia mas...
Aitor me sacó de mis pensamientos diciendo:
-¿Naime? ¿ en qué estás pensando?
-He visto como te mira...- respondi, volviendo a mirar hacia otro lado, evitando la mirada de Aitor- he visto como Nana pierde los ojos por ti...
-Eso no tiene nada que ver. ¿Es que no escuchas lo que te digo? Eres muy cabeza dura, pero igual te quiero- sonrio.
Pero sus palabras solo ayudaban a hacerme enojar mas. No solo no admitia lo de Nana, me trataba de cabeza dura...
-Si, soy cabeza dura. ¿y? Si tanto te molesta, vete, dejame sola...- ya estaba gruñendo de nuevo.
-Por favor, escucha. No te enojes... No entiendes, yo estoy hablando de...
-Basta. Si me quieres como dices, dejame sola. Por favor- el tono cortante de mi voz hizo que Aitor desistiera de su intento de hacerse escuchar.
Suspiró y simplemente, me jaló de la muñeca, con tan fuerza que antes de darme cuenta me estaba abrazando tiernamente.
-Te quiero... Te amo...- dijo, lentamente. Sonreí y le correspondí al abrazo, de pronto, no había razón para estar enojada, tan solo disfrutaba de ese instante, tan nuestro...
Pero no pude responder a su declaración. Un sonido llamo nuestra atencion desde lo profundo del bosque.
Nos separamos rápidamente y mientras el recorría toda una parte del bosque con su mirada, yo hacia lo mismo con el resto de la zona.
-Aquí no hay nada...- dije, girando el rostro hacia Aitor. Pero el no estaba por ninguna parte.
-¿Aitor?- grite, mas nadie me respondió.
"Los chicos" pensé, y salí corriendo hacia la cabaña. Alguien tenia a Aitor y, seguramente, ese alguien venia por el resto del equipo.
Comencé a correr...
Debía llegar antes de que fuera demasiado tarde. Debía dejar a los chicos en un lugar seguro antes de buscar a Aitor...
Mi carrera fue breve. Cuando llegue a las inmediaciones de la casa, ni los gemelos ni Nana se veian por ninguna parte.
Antes de que mi desaparición creciera, la puerta se abrió.
Jake me miró, preocupado.
-Tommy desapareció. Se lo llevaron- dijo con la mirada perdida- venia corriendo en forma de lobo, yo estaba en las montañas, comenzamos a hablar y de pronto, ¡zas!, ya no estaba... Simplemente, desapareció...
Me relajé al comprender que los chicos estaban a salvo junto a Jacob.
Entré a la casa, me acomode en el sofá, junto a Danlin que me miraba asustada y a Nana que, se notaba, estaba preocupada. Dilann, como siempre, mantenía la entereza.
Cerré los ojos y comencé a buscar a Aitor y Tommy, sabia que estaban juntos, que sus desapariciones defendían de la misma mente criminal...
Me sumergí en un mar de paisajes. Antes de darme cuenta, estaba del otro lado del océano...
Los Vulturis eran los responsables. Tenían un saltador experto, pero querían algo mejor.
Aitor y Tommy eran la carnada. No pensaban matarlos, les ofrecerian un puesto en la guardia. No solo buscaban a las estrellas, querian al grupo entero. Si caiamos, el resto del grupo tambien...
Sólo era necesario que Aro tocase la mano de Aitor y todos los que formaban parte de nuestro grupo quedarian expuestos.
Debiamos sacarlos de alli cuanto antes...
Abrí los ojos y me encontré con la mirada preocupada de las estrellas que tanto protegíamos. Jake bufó.
-Sueltalo de una vez...- dijo, con voz fria y monocorde.
-Estan a salvo, en Volterra. Los tienen para atraernos a ellos. Quieren que seamos parte del clan Vulturi...- expliqué, casi en susurros.
-Bien, entonces iremos a Volterra- dijo Dilann, mirando fijo a su hermana- Tanto entrenamiento debe servir para algo. Usemos nuestros dones, salvemos a Tommy y Aitor...
-Es complicado- aclaré- No podemos hacerlo de ese modo. Utilizaremos otro medio menos llamativo. No podemos dar a conocer quienes son ustedes... Iremos en avión, vuelo comercial usando otras identidades... En la biblioteca tengo un antiguo libro que encontré en Oriente la última vez que estuve de misión allí... Fingiremos ser empresarios y les ofreceremos el libro. Aro querrá comprarlo, entraremos así al castillo. Luego, una vez dentro, veremos el modo de rescatar a Tommy y Aitor... ¿De acuerdo? pero nada de usar sus poderes...- dije, mirando fijamente a cada uno de los chicos.
En silencio, todos asintieron.
Mientras Jake arreglaba el tema de los pasajes, yo me encargué de darles a los chicos el maquillaje especial que tenía y el perfume que borraba sus rastros, con lograriamos que nadie descubriera lo que éramos... al menos, hasta salvar a los chicos...
Tomamos un avion en primera clase.
Debíamos soportar las horas de viaje, mientars loc chicos hablaban entre si, yo me entretuve localizando de nuevo a Aitor y Tommy. Me consolaba ver que estaban bien, que no los habían lastimado, pero me sentia mal... tanta pelea con Aitor y ahora esto...
Aterrizamos en Italia al amanecer. Alquilamos tres coches lujosos, blindados, de color oscuro y emprendimos camino hacia la ciudad de los Vulturi.
Supuestamente, Danlin, Nana y yo éramos una jóvenes empresarias dueñas de una enorme biblioteca privada y con el fin de comprar acciones en otra empresa, vendíamos uno de nuestros libros más preicados y antiguos... Carlisle pensaba que ese libro pertenecia a la biblioteca de Alejandría, y eso sin duda, llamaría la atención de Aro.
Por su lado, Jake y Dilann, junto a Quil y Embry, (que no dejaron ir solo a su jefe a la casa de la realiza vampira y prefirieron acompañarnos), fingirían ser nuestros guardaespaldas.
Bueno, mucho no tenían que fingir, sus físicos desarrollados lo decían todo y los trajes negros que llevaban les sentaban muy bien... ellos tranquilamente podían interpretar ese papel sin inconvenientes...
Ya en Volterra, nos dirigimos al castillo principal.
-Es el momento... que comience la función...-dije, sonriendo al entrar.
Danlin y Nana sonrieron a su vez.
Los chicos se mantuvieron serios, apegados a su papel de guardianes privados.
Lentamente, comenzamos a caminar hacia la recepcionista.
Podía sentirlo en el aire... el aroma de Aitor y Tommy era fresco, estaban cerca, sin duda...

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