Hoy es día de publicar la segunda parte del proyecto "Creación de personaje", del grupo Adictos a la Escritura.
¿Recuerdan a mi gladiador, Lisandrus?
Bueno, ésta es su historia.
Espero sea de su agrado...
El sudor resbala por su frente y sien, trazando innumerables senderos por cuello y espalda. Lisandrus está listo para atacar nuevamente en la gastada arena del Coliseo, con el veraniego sol del mediodía observando todo desde las alturas celestiales.
Su oponente no ha logrado alcanzarle en ningún momento y muestra, en cambio, una herida profunda en el brazo derecho y otra laceración semejante en la pierna izquierda. El olor a óxido, penetrante e indeseable, llega hasta Lisandrus. Su enemigo tiene la boca llena de saliva, producto del intrincado sistema de defensa del organismo que siente las heridas y avisa del desangre.
El calor abrasador y delirante comienza a hacer de las suyas...
Lisandrus está acostumbrado a estas condiciones extremas y movido por el único deseo de venganza, no encuentra limitaciones en el clima o el lugar de pelea. Sabe que ni bien aniquile al gladiador que ahora se le enfrenta, podrá dar muerte al asesino de su padre.
Toma aire profundamente, al tiempo que mueve su brazo hacia atrás. Este golpe de espada será el último. Con este movimiento le robará la vida a su adversario. La muchedumbre observa todo en silencio.
El paso dudoso del contrincante -que afectado por el calor y las heridas, no puede moverse de manera coordinada- ayuda a Lisandrus en su cometido. Veloz y mortal, recorre los metros que lo separan de su blanco y salta sobre él. La hoja se hunde en la carne, el filo brilla de color carmesí cuando Lisandrus retira el arma y busca nuevo punto dónde apuñalar. Con un vistear generoso, corta el hilo de existencia del gladiador.
El gentío salta, grita, aplaude. Lisandrus es indiscutido vencedor.
Ahora, Refulus probará su fuerza y sucumbirá, pagando con su vida la muerte del padre de Lisandrus.
Refulus camina con paso firme. Ha estado mirando todo desde la refrescante sombra del pasillo principal del Coliseo.
El torneo concluirá cuando uno de los gladiadores muera. Ambos tienen igual oportunidades de alcanzar la victoria.
A Refulus lo mueve la codicia.
Lisandrus lucha por defender el honor de su familia. El asesino debe pagar su crimen…
Refulus mira al cielo. No hay nubes, sólo el brillante sol de mediodía. Con esa luz, sus cabellos rubios brillan blancos y sus ojos violeta le dan el aspecto de un engreído dios griego.
5 metros lo separan de Lisandrus, a quién la gente todavía aplaude y vitorea. Refulus sonríe maliciosamente. Él obtendrá todos los reconocimientos del público y los Ministros cuando venza al gladiador que lo está observando fijamente.
Ante la mirada atónita de Lisandrus, su oponente lanza su espada a un costado y se pone en guardia sin más armas que sus manos y pies. Lucha cuerpo a cuerpo. Lisandrus lo medita unos instantes. Ese malnacido merece sufrir y se lo está haciendo fácil. Él ha entrenado con el mejor, Spartacus, y eso significa estar preparado para todo y más.
Así, Lisandrus también deja su espada a un lado, en el suelo, llegado el momento la usará. Ahora, se divertirá jugando con Refulus.
A la par, Lisandrus y Refulus hacen uno gesto, invitándose el uno al otro a comenzar. El amor propio de Refulus lo incita a dar inicio a la contienda. Toma aire lentamente, suspira y se lanza a correr hacia Lisandrus.
Cuando su contrincante está a dos pasos de él, Lisandrus extiende un brazo. El puñetazo da de lleno en las costillas. Flexiona un poco las piernas mientras con la mano libre aprieta fuerte la manga de la toga de Refulus. Grita ante el esfuerzo de cargar un cuerpo tan grande como el suyo y, ayudado por el propio impulso del enemigo, Lisandrus lo hace girar por el aire.
El cuerpo de Refulus dibuja una amplia curva en la inconsistencia que ningún reparo le puede dar y cae de espalda al suelo.
El golpe de Lisandrus le ha fracturado cuatro costillas, una de las cuales ha perforado el pulmón. Pero Refulus aún no lo sabe ni siente, sólo tiene su atención fija en el hombre de cabellos castaños que lo mira con calmada furia.
Disimulando el dolor que recorre su espalda, se pone de pie y camina a paso lento hacia Lisandrus, que lo espera paciente. Sacude sus manos y gruñe. Ese idiota no le ganará. No, no puede hacerlo.
Lisandrus hace tronar las vertebras de su cuello, mientras medita su próximo paso. Sabe que Refulus está herido. Su golpe, en esa zona precisa del tórax, fue intencional. Debe actuar rápido, antes de que la parca se lleve a Refulus sin saciar él su sed de venganza.
Cuando su oponente comienza a acercarse, Lisandrus lo observa cauteloso. El gladiador no se le aproxima corriendo, como antes, sino a paso lento.
Pronto Refulus comenzará a sentir los efectos de la hemorragia interna y la falta de aire, por eso mismo, Lisandrus hace el primer movimiento esta vez. De entre sus ropas saca su daga más pequeña, cuya hoja termina en punta curva. No reparará el lo que los espectadores piensen, si les agrada o no su accionar, sólo actuará por impulso.
Refulus lo mira sin comprender, cuando Lisandrus se acerca veloz, mueve su mano rápido como un rayo y regresa varios pasos hacia atrás. Una y otra, y otra vez, Lisandrus acomete, vistea enfurecido y regresa al lugar de inicio, sin que Refulus pueda defenderse o encestar algún golpe.
En la última retirada, Lisandrus comienza a sonreír.
El gentío murmura. Refulus observa a Lisandrus y no da cuenta de las muchas líneas rojas que comienzan a sangrar en su cuerpo. Brazos, piernas, abdomen… las líneas se entrecortan entre sí en ciertos lugares, el desangre allí es más violento.
Lisandrus mira a su oponente sabiéndose victorioso. Ha perforado a conciencia arterias y venas que no sanarán por mucho trabajo que hagan los médicos en el cuerpo de Lisandrus. No importa cuánto rece a los dioses, ni cuanto clame piedad, Refulus morirá. El dolor que sentirá en los últimos momentos será insoportable.
Spartacus ha sido buen instructor. El ataque de Lisandrus es perfecto, pero no le basta, quiere más…
Refulus no puede centrar su vista, todo lo observa borroso. Un sabor amargo inunda su boca y el dolor de las laceraciones comienza a sentirse más y más fuerte. Le cuesta respirar, mantener el equilibrio es una tarea difícil. Por eso mismo, no ve cuando Lisandrus le cae encima y apuñala su cuello con brutal fuerza.
La muerte aún no se hace presente, Lisandrus saborea el padecer de Refulus.
Mientras el corazón del herido gladiador siga latiendo, la vida no escapará de su cuerpo y el sufrir continuará.
A duras penas, Refulus se mantiene de pie.
La muchedumbre comienza a cantar, festejando el triunfo inminente del sucesor de Spartacus.
En su egoísta sed de venganza, Lisandrus decide dar el último golpe. Aún mantiene la idea de que será él, y no la parca, quien le quite el último suspiro a Refulus. Recupera entonces su espada, que reclama brillante algo sangre, y camina tranquilo hacia su enemigo.
Descargando todo su rencor -su dolor por su fallecido padre, su añoranza por su hermano exiliado- Lisandrus ensarta a fuerza de sus dos manos, la hoja en el tórax, partiendo el esternón y llegando al corazón, que lento, pero rítmico, aun bombea sangre.
Refulus cae de rodillas. Lisandrus lo mira, se sacia por completo de su logro.
La sangre fluye a borbotones por la boca de Refulus. Cuando su cuerpo se estampa inmóvil en el suelo, los gritos del gentío aumentan considerablemente.
Los laureles caen sobre Lisandrus, que sonríe a más no poder.
Ahora, sólo queda por eliminar al Ministro que dio sentencia de muerte a su padre. Sabe que mucho no tardará en lograr ese objetivo…
Aviso: he comenzado a trabajar. Entre la facultad y el empleo, me será imposible leer los relatos de los demás miembros del grupo. El fin de semana intentaré ponerme al día y leer y comentar cada producción.
Saludos!
Me encantan los relatos de gladiadores. Sobre todo si ganan, xd.
ResponderEliminarCreo que no me has defraudado con tu relato. Bueno creo no, estoy segura. Es uno de los que mas esperaba con ansia el verlo publicado para leerlo. Me apasiona aquella época y me apasiona los personajes de aquella historia. Enhorabuena por tu escrito y te veo pronto en el mio, aunque sea el proximo fin de semana. Un saludo
ResponderEliminar¡Que gran arena! Lo he adorada mi querida Erzengel... entre mis descripciones favoritas, cuando dices "hizo tronar las vertebras de su cuello..."; me lo imaginé allí, preparándose para su ataque mortal, para la victoria... lo amé;D
ResponderEliminarkisses mi querida;D
Te quedó muy bien el cuento, Erzengel, me gustó, aunque no sea una de mis épocas preferidas.
ResponderEliminarTambién quedó preciosa la nueva apariencia del blog.
Besos!
Las imágenes son muy gráficas, a mí también me ha gustado la que a Karol, mientras leía esa parte estaba escuchando cómo tronaban los huesos de ese cuello. Sigue así!! Y no te preocupes si publicas de forma menos asidua, todos padecemos la falta de tiempo algunas temporadas (o toda la vida, jejeje).
ResponderEliminarMaravillosa historia mi vida, y es que la arena, el coliseo y esa maravillosa epoca me encanta, ajjajaajajaj como en la peli de gladiador, ajajajaj
ResponderEliminarme ha encantado y senti y vi en mis retinas todas tus descripciones, eres una artista
por cierto el blog te quedo genial, muy bonito, te mando un beso y te me cuidas mucho, eh
besos
Irene
Me encanta!! estoy muy retrasada con las noticias sobre blogs!!
ResponderEliminarBueno me encanta Felicidades!!
Perfecto, Erzengel!! La lucha está narrada de maravilla y haces sentir cada uno de los golpes.
ResponderEliminarY la foto... Qué hombre!! Le estaba viendo ahí, de pie, pegando leches y dando espadazos!
Ha sido genial!!
Besitos
Una lucha muy bien narrada. Lisandrus me parece un personaje interesante, no sé si me cae bien, la verdad, su sed de venganza lo hace muy inhumano a mis ojos. Aunque siendo gladiador casi que no se puede esperar otra cosa.
ResponderEliminarme ha gustado mucho, los gladiadores me chiflan
ResponderEliminarMe parece confuso, lo malo de la tercera persona es que es más flexible en una historia ya que puedes poner reflexiones de varios personajes, pero en este caso creo que hubiese sido más bueno si hubiese sido en primera persona, los pensamientos, las escenas, los motivos, están muy mezclados a mi parecer y emborrona toda la escena. Esperaba un combate más "igualado" pero aun así me a gustado mucho muchos detalles, como la escena del golpe en el cuello.
ResponderEliminarCómo siempre es mi opinión personal, creo que lo hubiéramos vivido de forma más profunda en primera persona, y analizar los pensamientos y los motivos directos, al fin y al cabo a sido todo en el punto de vista del protagonista, pero igualmente es cuestión de gustos y en el estilo que más cómoda te sientas, pero creo que en este caso una version en primera persona hubiese sido más acertado.
Hola! gracias a todos por sus comentarios! Con sus críticas crezco, no lo olviden...
ResponderEliminarSeroc, en verdad, la mayoría de mis escritos son en 1ª persona, y ahora estoy tratando de manejar con fluidez la tercera persona, de ahí que este relato sea así...
Puede que resulte confuso el cambio de escenario Lisandrus/Refulus, pero eso creo que tiene que ver con la rapidez con que lo lees y como dices, del gusto. Acepto tu opinión y prometo que, ni bien tenga un tiempo libre, ahora no puedo porque entre el trabajo y el estudio no llego, haré el mismo relato pero en 1ª persona, para que lo leas y opines... quieres?
Hasta intentaría luego con la 2ª persona también...
;)
¡Qué bien escribes, Erzengel! Un besote.
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