Autor: Citu
"El infierno de tu corazón"
Tu corazón me ata me esclaviza y paradójicamente me libera.
7 de julio de 1777.
Leonídas entró a un gran baño. Temblaba de miedo, pronto se convertiría en un demonio puro. No tenía dudas que eso era lo mejor y lo que siempre había deseado.
En lugar de dirigirse a una gran tina camino al fondo de la gran habitación. Toco una de las piedras blancas de la pared y se abrió una puerta. Siguió por un pasadizo hasta que pequeño jardín lleno de flores. Tenía una gran fuente de agua para atraer a los pajaritos. Al fondo de él se encontraban dos corazones hechos de rosas rojas y con lirios blancos escrito el nombre de una mujer: Macu.
Todo ese jardín era por ella. Respiro intentando tranquilizarse. Esta noche sus deseos se harían realidad. Por fin se convertiría en un demonio puro al tomar el alma inmaculada como la de una sirena. No le importaba la dignidad, ni la fuerza, ni siquiera el poder que tendría al dejar de ser hibrido. Lo único que deseaba era conseguir que ella por fin sea suya.
Miro nuevamente los lirios y recordó el día que la conoció.
Al vender su alma a un demonio estaba condenado a ser un híbrido. Las únicas maneras de volver a ser humano o demonio puro: Eran servir al demonio que lo tentó recolectando 200000 mil almas o luchando con demonios puros e impuros tomando las almas que estos tenían.
Solo le faltaban 500 almas para liberarse. Cuando vio a Macu pensó que sería un espíritu fácil de obtener. Ella era casi una niña. Tenía 15 años y estaba prometida para casarse con un noble estúpido. Al que le parecía demasiado inteligente y feúcha. Era una mujer rebelde e inteligente.
La encontró en el jardín plantado flores. Lirios blancos su favoritos. Fue por primera vez que entendió la leyenda de Hades con Perséfone. Él deseaba hacer lo mismo. Contra cualquier buen juicio, se apareció simplemente como un humano intentando seducirla y termino enamorado de ella.
Nunca creyó, Sión el demonio que lo esclavizó lo estaría vigilando. Desde que fue sometido bajo su tutela a diferencia de sus compañeros. Leonídas luchó por destacarse a tal punto que eclipso a su señor.
La venganza de su amo fue hacer lo imposible para tentar y destruir a su amada. Para que ella no fuera esclavizada lucho contra cada medio demonio que lo intento. Cuando no tenía otra opción tomo su alma. Así él la protegería, pero ella lo odio por condenarla al infierno.
Al ser demonio menor no podía reclamarla como suya Ahora lo único ella que desea es vengarse de él.
Leonídas miró el lirio y pensó que no importaba cuanto tiempo pasara para que ella fuera suya. Cuando le reclamara Macu le perdonaría. No importaba que fuera a la fuerza. La convencería y la seduciría.
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Macu estaba en frió y sucio suelo. Como siempre desde que llego al inframundo había accedido a cada duelo en que la retaban. La demonia roja, solo existía para pelear. Respiraba con dificultad, su sudor caía en el suelo, al igual que su sangre. Pero eso no le molestaba no podía quitarse unas palabras de la cabeza.
― Confía en mí.
― Maldito seas Leonídas. ― Desde que lo conoció, su vida quedó marcada por esa frase. Nunca se había sentido tan protegida y amada. Como cuando estaba con él. Solo necesitaba verlo para obtener fuerzas. Sin embargo, al igual que lo dio tanto. También le quito todo, hasta su alma y le obligo a venir al infierno.
Ella miró a los espectadores de la pelea esperando verlo. Maldiciéndose por necesitarlo, por ser tan débil de no poder continuar sola. A lo lejos un hombre encapuchado la observaba, no tuvo que mirarlo para saber que era él.
Sintió que su energía se renovaba. Se paró y con un movimiento certero derroto a su rival. El encapuchado se fue mientras miles de demonios se acercaban a felicitarle. El más siniestro de ellos era Sión. Macu le vio con asco, no porque pareciera el cruce entre una babosa y un roedor. Sino porque siempre que estaba junto a él sentía que la deseaba.
Casi a punto de vomitar. Sintió como sus manos tocaban su espalda para darle un abrazo de felicitación. Mientras le susurraba al oído.
― Todo está saliendo, a la perfección pronto Leonídas morirá y tú serás humana de nuevo.
Sión miró a la semi demonia, con suspicacia.
― No me dirás, que te arrepientes muchacha luego que me he tomado tantas molestias.
― Gracias por la ayuda. No perdamos en tiempo Leonídas tiene que pagar todo lo que ha hecho.
Macu camino, como si cada paso la condenara de nuevo al infierno. El demonio puro los llevo a un barco en medio del mar Egeo.
Leonídas estaba a punto de tomar el alma de la sirena en ese momento. Ella tenía que retarlo y matarlo.
Ligeia, la más bella de las ninfas se había enamorado de un humano. Leonídas les prometió 3 años juntos si ambos entregan su alma.
La pareja estaba tomada de las manos solo se miraron un momento. El híbrido tenía que matarlos y reclamar lo que le pertenecía. Sin embargo, al verlos juntos se acordó de lo que una vez casi tuvo con Macu.
En ese momento podía sentir su olor, su piel suave. Anhelaba tanto eso que le dolía. Al ver los ojos verdes Ligeia. Supo que no podría hacer suya a Macu de esa manera. Ella no quería que la obligaran. No podía reclamarla por la fuerza. Esperaría hasta que ella viniera a él.
Contra todo su buen juicio dijo.― Ay una forma de que no tengan que darme su alma.
La sirena lo miro confusa. Tienes tres días para encontrar la piedra aenas. Si lo haces Ligeia te convertirás en humana. La pareja salio de barco diciendo un escueto ― Gracias.
Mientras él se quedo pensando en ella.
Macu llego y miro en la cubierta en la que Leonídas distraído miraba el oleaje.
Debía haber terminado con el alma de la sirena y el hombre humano. Grandes nubes negras presagiaban una tormenta.
Era tan fácil solo tenía que matarlo. Miro a sus ojos azules y supo que no podría hacerlo nunca lo amaba por más que lo negara.
Se viró miro a Sion y le dijo.
― Me voy.
― Pero era un trato.
― Nunca pacte nada.
― Te destruiré.
― Hazlo Sion.
Diciendo eso se fue haciendo rabiar al demonio. Cuando llego al inframundo había un gran conmoción Leonídas había fallado.
Macu corrió a través de los demonios que festejaban a un pasadizo y lo encontró en el jardín que había hecho para ella.
Él se viró a verla. ― ¿Qué haces aquí?
Ella simplemente lo beso.
― Sabes cuanto he esperado tenerte de nuevo en mis brazos.
Leonídas oyó un pequeño ruido la alarma que había puesto en sus habitaciones le confirmaba que Sión lo buscaba por su fracaso.
― Huye, ― Con su poder bloqueo la puerta Minutos después entro a su habitación Sion furioso.
― Por haber ayudado a la Ligea y a su amante. Serás condenado a 100 años bajo mi poder. Hare de tu vida un tormento
Macu llego asustada. Conociendo la ley grita.
― Te desafío Sion. Si te gano. Dejare de ser hibrida.
El demonio la mira con extrañeza, solo los tontos creen alcanzar la libertad luchando. Ninguno lo ha conseguido duda que una simple mujer lo logre.
― Acepto.
Macu presiono la mano de su amante. En voz baja le dice.
― Confía en mí. ― Leonídas solo asiente.
Dos horas más tarde el duelo es concretado Macu beso a Leonídas para darse fuerza antes de dirigirse al campo de batalla.
― Fue la única forma que se me ocurrió para salvarte.
― Tranquila amor. Confío en ti.
― Si gano, me convertiré en demonia pura y tú te convertirás en mi esclavo. ¿No tienes miedo?
Leonídas tocó su rostro con dificultad por las cadenas
― No te has dado cuenta que ya posees mi alma desde el primer instante que te vi.
Macu sonríe y se dirige al campo de batalla. Pronto será libre y estará junto a su amado para siempre.
La batalla duró poco, Sion fue derrotado casi al instante, pero Macu apenas podía pararse la batalla fue muy dura. Cuando estaba a punto de caer Leonídas la levanto.
Esa noche los miraron las estrellas desde el jardín secreto sabiendo que nunca se separarían.
Como siempre, una historia muy creativa, Citu.
ResponderEliminarMucha suerte!! Besos!!
Ains mi Citu:D Que imaginación tienes... genial:D
ResponderEliminarMucha suerte reina:D