11 de julio, una vez más
Centímetro a centímetro, la onda se expandió rítmica y sutil, transmitiendo el movimiento a sus alrededores casi sin pretenderlo.
Las malas lenguas decían que el fenómeno provenía del hogar del oscuro brujo del bosque. "Creó un hechizo para convertirnos a todos en personas miserables y feas como él", mencionaban los ancianos a los niños, en un intento por alejarlos de las zonas pobladas de árboles frondosos.
Los jóvenes, sin embargo, a veces creían sentir algo suave y dulce cuando la expansión de la onda los alcanzaba. Una emoción mágica les envolvía el corazón y los impulsaba a correr riesgos y lanzarse en pos de sus sueños, más nunca lo mencionaban delante de los adultos.
Así y todo, entre leyendas, prohibiciones y secretos, cada año, a mediados de julio, el prodigio se abría paso por caminos invisibles y atravesaba el bosque hasta alcanzar el poblado, causando maravillas en los menores de edad, generando pánico entre los mayores.
El responsable de tanto revuelo se limitaba a observar todo desde lejos. Era verdad. Él, brujo de nacimiento y experto en artes oscuras, era el creador de la misteriosa onda, más nadie sabía la razón de aquella proeza ni el fin de la misma. Su única obra buena era repudiada por quienes le temían, aunque valorada por los que lo pensaban un cuento de niños. Cumplía su función, al fin y al cabo. A modo de lamento, clamando por la vida de su niño perdido, el brujo había convocado un conjuro de esperanza. Él esperaba volver a encontrarse con el muchacho que un día -molesto a causa de una pelea sin sentido- lo había abandonado sin mirar atrás.
A pesar del dolor y la angustia, el mago había valorado la actitud temeraria de su primogénito y lo había expresado en el hechizo, a la par que intentaba transmitir algo de su tristeza y sentido del miedo al saberlo sólo y lejos de su protección. Sólo su hijo podría captar el mensaje secreto, sólo él podría perdonarlo, más el tiempo transcurría y las buenas noticias jamás llegaban.
Cada 11 de julio, aún cuando la fe amenazaba con abandonarlo definitivamente, el brujo dejaba escapar su mágica creación, aguardando el milagro. Nunca lograba cumplir su anhelo, pero siempre encontraba un motivo para no perder los ánimos y esperar un poco más. Sí, sólo debía ser fuerte y esperar un poco más...
Si. Hay que ser paciente.
ResponderEliminarMuy cierto que a menudo la gente malinterpreta las cosas. Además, tiene sentido: temeridad en los jóvenes y aprensión en los mayores.
Muy buen relato, Erzengel! Me gustó mucho y me emocionó...
ResponderEliminarSaludos! :)
Muy bonito el relato, felicidades!!!
ResponderEliminarUn saludo!
Precioso el relato
ResponderEliminarme ha gustado mucho =)
Hola ^-^
ResponderEliminarUfff, qué gran relato Erze, es de esos que te llegan y dan una punzadita en el corazón. :3 Es hermoso, sobre todo el final, después de todo, la esperanza es la que muere al último.
¡Gracias! *-*
Nunca perder la esperanza.
ResponderEliminarNo prejuzgar sin saber.
Gracias por tan lindos mensajes :)
Detenerse, respirar hondo y esperar..un mensaje claro y sencillo.Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarEl corazón siempre espera y está atento a las señales...
ResponderEliminarQué lindo!
¡Hola wapa!!, vengo a decirte que no se te pase echarle un vistazo a esta entrada, ¡que trata sobre la Antología Navideña que tenemos entre manos!:
ResponderEliminarhttp://elclubdelasescritoras.blogspot.com.es/2012/07/antologia-navidena-informacion.html
Saludos y besos, muak!
Curioso relato, me gustan las historias fantásticas con magia de por medio :)
ResponderEliminarMe encantó el relato, Erze, como siempre, bien narrado y plagado de emoción.
ResponderEliminarBeso grande, se te extraña!!
Interesante y la esperanza es lo ultimo que se pierde.
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