Nunca me daré por vencida...

Las palabras se me enredan en los dedos. Se anudan las frases en la punta de mi pluma y se niegan a fluir correctamente.
Bufo, intentado controlar mi molestia. Lo hacen a propósito, lo sé. Les da gracia verme desesperar.
El tiempo pasa y la hoja sigue en blanco.
Nada nace. Nada se crea. Ni mi mano ni mi cabeza parecen tener idea alguna para trabajar.
Suspiro, no pienso resignarme. El texto debe lograrse sí o sí. Si es necesario, haré un ritual e invocaré a las musas.
Sí, eso parece lo más lógico. Llamar a las antiguas deidades de la motivación y rogar por un poco de ayuda.
He rellenado ya varias carillas de páginas que no me convencen ni me llenan de ganas de leer y lograr un poco más. Las palabras carcajean por lo bajo. Lo han hecho adrede. Se sacrificaron algunas, de manera tonta y apresurada, esperando que me detuviera al verlas caer. Pero no es suficiente. No, no puede serlo. 
No hay maestría en lo logrado. No hay rastros míos, mi esencia no se percibe allí.
Por eso sigo, por eso continúo gastando la tinta entre mis dedos, esperando que la luz ilumine mis pensamiento y nazca al fin la idea máxima.
Las palabras se me enredan, pero ya encontraré la forma de enderezarlas y enseñarles a expresar lo que quiero y anhelo. Ya llegará a mi pluma el impulso que tanto busco.
No pienso darme por vencida. Jamás. No está en mi naturaleza, así de sencillo.




Nos leemos pronto!