Acorralada

-Necesito que me creas. Es urgente, por favor.
-A ver, explícamelo una vez más, si no es mucha molestia.
Ante el pedido del muchacho, la joven sólo atinó a estremecerse, mientras cerraba los ojos y aunaba fuerzas para repetir lo que ya había dicho infinitas veces.
-Soy una Ryfell, líder de mi grupo. Me eligieron como presidente de la Asociación por mis dotes especiales, mi capacidad para detectar enemigos y eliminarlos siempre le resultó sorprendente a mis superiores... 
-Así que tu papel es el de una guerrera secreta de un grupo milenario que medio mundo conoce, pero nadie sabe cómo trabajan o de qué viven.
-Yo... era una guerrera -el titubeo en la voz de la chica sólo logró que su interlocutor sonriera por lo bajo.
-¿Eras? Y ahora, ¿qué eres entonces?
-No lo sé... perdí a mi Anoi. No puedo luchar sin él, lo necesito.
-¿Tu Anoi? ¿Qué se suponía que era eso?
La joven se mordió el labio, obligándose a no llorar. La conversación -interrogatorio mejor dicho- había comenzado hacía horas y se sentía mareada de tanto hablar sobre el mismo tema sin llegar a ningún lado.
-Él. Él es mi guardián, mi guía... es el responsable de mi habilidad como asesina. Sin mi Anoi, no puedo luchar ni ejercer mi cargo de líder.
-Ajá.
-Hablo en serio. Necesito recuperar a mi guardián y salir de aquí. Conozco los planes que tienen los Águila Negra. Ellos ya han fijado su objetivo. Debo detenerlos.
-Te das cuenta de que estás atada de manos y pies, que un chaleco de fuerzas te mantiene subyugada y que nadie te cree, ¿verdad? -la crudeza de aquellas palabras sólo logró robarle otro estremecimiento a la guerrera.
-Lo sé. Por eso te pido que me creas. Sólo tú puedes hacerlo.
-¿Por qué yo?
-Porque eres mi Anoi, aunque no lo recuerdes, y sólo tú eres capaz de darme lo que preciso para ganar esta batalla.
-No, soy tu psiquiatra y mi deber es garantizar tu recuperación.
-Eres mi Anoi, sólo que no lo recuerdas. Ellos te lavaron el cerebro, te hicieron creer cosas que no son.
-¿Y si la que cree algo falso eres tú y no yo?
-Por favor, créeme. Eres mucho más que un simple humano... y yo no soy sólo una pobre demente recluida, acorralada, en este sucio hospital.
Aún pensando en lo delirante de la situación, el médico dudó por un instante. Algo en la mirada de su paciente lo hacía considerar, aunque fuera mínimamente, su versión de la historia.
Si los cuentos de hadas fueran reales, si hubiera una pequeña posibilidad de que aquello que comentaba la joven fuera correcto, entonces la ciudad y el mundo completo podrían guardar sueños de libertad. 
Entrecerró los ojos, observándola fijamente. ¿Sería verdad? ¿Acaso por eso sentía tanta debilidad por su caso?
Hizo una mueca. No podía ser cierto. Los seres fantásticos no existían, aunque el llanto de la muchacha era demasiado real y lastimero. 
Maldito el día en que eligió ser su médico...




Inspirado en Ghost Train, de Gorillaz.

Nos leemos pronto!