La oscuridad todo lo cubría
estando la luna ausente aquella noche.
La ciudad dormía desconociendo la
realidad que se ocultaba tras la bruma espesa.
En medio del parque principal,
allí donde árboles centenarios habitaban dolorosamente, con sus troncos
retorcidos y la corteza gimiendo por el paso de los años, en el claro mismo que
se abría en torno a la fuente de agua cristalina, ocurría toda la acción
concentrada que los humanos jamás llegarían a adivinar siquiera.
El agua golpeaba las paredes de
la fuente que la contenía con cada movimiento que hacían los combatientes que
habían llegado a introducirse en su interior en un intento feroz por dar el
golpe definitivo y terminarlo todo.
Dos contra uno. Así y todo, luego
de casi una hora de pelea, aún no había ganadores o perdedores definidos.
Un muchacho de cabellos largos y
tan negros como la noche, gruñía al tiempo que sus ojos tomaban un tinte rojizo
y sus manos -convertidas en garras- lanzaban golpes a diestra y siniestra. Las
alas de escamas negras con brillos verdosos ponían en evidencia su verdadera
naturaleza. Era un Demonio Superior, de aquellos que podían convertir en
cenizas todo a su paso con sólo desearlo.
Frente al Demonio, una pareja
Ángeles de Luz hacían frente empuñando sus espadas y procurando limitar los
movimientos del ser oscuro. Ella llevaba sus cabellos sueltos y el tono rojizo
de su melena resplandecía como si alguna luz mágica le diera vida y brillo sin
igual. Él escondía sus ojos verdes tras largos mechones de cabello castaño cuya
rebeldía era simple copia de su propia personalidad.
Ambos eran poseedores de una
belleza sin parangón, muy propia de su naturaleza angelical, y blancas alas se
batían en sus espaldas en fuertes movimientos que empujaban el aire y lo
obligaban a danzar ferozmente.
El Demonio dio un paso adelante,
cegado por el cansancio y la furia. Apoyó sus pies con firmeza en el suelo, sin
importarle si el agua le llegaba a las rodillas y empapaba sus ropas, mirando
fijamente al Ángel femenino y sonriendo con malicia. El otro Ángel gimió,
previendo un ataque inminente, y se lanzó sin pensarlo sobre aquella espalda
cuyas alas protegían celosamente. Mas antes de dar su golpe de gracia, el
Demonio giró sobre sí mismo y clavó sus garras en el pecho del Ángel,
arrancándole el corazón y destrozándolo velozmente.
El cuerpo sin vida del muchacho
de ojos verdosos se deshizo en el aire, convirtiéndose en un platinado y fino
polvillo.
El Ángel sobreviviente aulló de
dolor, mientras elevaba su espada por lo alto y, sin considerar posibilidades o
alternativas, con un golpe seco separó la cabeza del cuerpo del asesino de su
compañero.
Sin detenerse a observar cómo el
cadáver del Demonio golpeaba el suelo con un sonido seco, la guerrera acurrucó
las alas sobre su espalda y se estremeció.
—Damir… —gimió— Damir, regresa
conmigo.
—Es imposible, Sasha —la voz
provenía desde lejos, su dueño parecía refugiarse en la oscuridad de la
arboleda que circundaba la fuente de agua.
—Gabriel, vete. No es momento
para que me des las condolencias y me digas que todo va a ir bien.
—Sasha, por favor, recapacita. La
muerte de Damir era inevitable. Piensa que así lo quiso Dios.
—Dios no existe —la furia
contenida en aquellas dos palabras hicieron estremecer a Gabriel.
Sasha estaba de pie, junto a los
restos Demonio caído, viendo cómo ese cuerpo maldito se convertía en barro y
musgo, mientras su mano agitaba la espada esperando un nuevo oponente.
—No digas eso…
—Es la pura verdad. Si Dios
existiera, no habría permitido la muerte de Damir. Si existiera, incluso,
habría venido hasta aquí para evitar todo esto.
Mientras hablaba, las blancas
plumas de sus alas cayeron de golpe, mezclándose con el agua sucia de la fuente
y los restos del Demonio. De inmediato, una nueva tanda de plumas cubrió las
desnudas alas de Sasha. Negras plumas, tan oscuras y brillantes que sólo podían
indicar algo: ella ya nada tenía de Ángel.
Gabriel salió de las sombras, atónito
ante lo que acababa de observar. De pie, en el centro de la fuente de agua,
Sasha mostraba su nueva naturaleza con una mezcla de terror y asombro en la
mirada.
—¿Soy un Ángel Negro? —preguntó
más para sí misma que para el otro Ángel.
—Sí, lo eres —replicó Gabriel—.
Lo triste de todo esto es que, si hubieras esperado unas semanas, habrías visto
a Damir en toda la gloria de vida y fuerza.
—¿De qué me hablas? —el pánico
cubrió el delicado rostro femenino— Eso es imposible.
—Sólo murió su cuerpo físico, si
hubieras esperado un poco, si me hubieras escuchado, lo habrías sabido antes de
perder tu condición de Luz.
Sasha gruñó, abriendo las alas y mostrando
los colmillos, uno de los nuevos detalles de su apariencia a estrenar.
—¡Hubieras dicho eso antes! ¡Maldito seas, Gabriel! Juro que me las pagarás...—amenazó en tanto se lanzaba al vuelo.
Gabriel
suspiró, lamentándose por las pérdidas lamentables de sus dos amigos. Lo peor era que ya imaginaba la
reacción de Damir cuando supiera que Sasha se había entregado al otro bando. ¿Cómo le explicaría lo sucedido? Si no actuaba con prudencia, bien podía provocar en Damir algo semejante a lo de Sasha. Y ahí sí que habría perdido a ambos. No podía permitirse tal infortunio. De ninguna manera.
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Les gustó? Espero sus comentarios!
Nos leemos pronto!
La pregunta del final está demás!! Es obvio que les gusta a todos, por eso esperamos ansiosos esta nueva edición *-* Es genial volver a leerlos :D
ResponderEliminarMe encantó!! <3
Le0 sería feliz de ver esto ¡¡Me acordé de ella apenas leí!!tú sabes...
Besos, Erz. Espero estés muy bien y éxito en todo.
Hola Erzengel! ¿cómo estás?
ResponderEliminarY ¡wow! el primer capitulo estuvo buenísimo. La seguiré leyendo *-*
¡Me encanto! Me encanta todo lo relacionado con ángeles ^^
Cuídate muchísimo, y te sigo leyendo.
Adiós.
Espero con ansias el siguiente capítulo!!!
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