Rugió por bajo, enojado y altivo.
-No entiendo por
qué odias tanto a los humanos -cuestionó Gabriel batiendo sus alas suavemente.
Damir entrecerró
los ojos, al punto que el verdor brillante que caracterizaba su mirada quedó
escondido por completo.
-Los detesto por
su debilidad, por la facilidad con que caen y se lamentan luego sin atender al
hecho de que gran parte de sus fracasos son consecuencia de sus propias malas
decisiones.
Gabriel ladeó la
cabeza haciendo una mueca.
-Tú también
caíste, no lo olvides -señaló antes de dar media vuelta y comenzar a caminar
rumbo a la plaza principal.
Damir bufó,
apretando sus puños y procurando no saltar sobre su amigo y arrancarle las
blancas plumas que colgaban de aquellas extremidades angelicales que llevaba en
la espalda.
-Caí, sí. Y me
levanté... y puedo jurar que no voy a caer nuevamente, algo que ningún humano
puede prometer y cumplir. No soy como ellos... su debilidad me agobia, me saca
de quicio.
Gabriel se detuvo
a mitad de camino. Giró el rostro sólo lo justo para mirar a Damir de reojo y
responder:
-Tú me sacas de
quicio todos los días y no por eso te odio. Te acepto tal y como eres, porque
te considero mi amigo... lo que más me sorprende de todo esto es que jamás
hubiera imaginado a un Ángel odiando a sus protegidos. Estás cayendo de nuevo,
Damir, y si sigues así, esta vez nadie podrá ayudarte.
El ángel de ojos
verdes frunció el ceño, sorprendido con las palabras que Gabriel le había
dedicado con tanta solemnidad. Maldijo por lo bajo, temiendo ante la
posibilidad de verse sin alas a causa de su repulsión por la raza humana. Nunca
había reparado en aquella cuestión, jamás Gabriel le había regañado de tal
modo. Pero no podía negar la veracidad de las palabras de su amigo. No podía
permitirse caer. No de nuevo.
Gracias a Fabian, que me regaló un Fanfic de Batir de Alas, Damir regresó para reclamar ciertas escenas que tengo en borrador y jamás pasé en limpio, como este pequeño texto.
Espero les haya gustado!
Nos leemos pronto!
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