Se nos fue un hombre maravilloso, de sonrisa tierna, de corazón de niño, soñador como ninguno, amable con todos y anhelante de la felicidad de grandes y pequeños.
Se nos fue un grande, padre de criaturas encantadoras que nos acompañaron durante la niñez a varias generaciones de actuales adultos de habla hispana.
Ese hombre que fue capaz de robarnos risas y alegrías con tanta facilidad como nos hacía llorar con las escenas tristes que creaba. Y enseñaba, sin decirlo, inculcaba valores a través de las voces de sus queridos personajes.
Adiós, querido Manuel, gracias por darnos tanto, por formar parte de nuestras vidas. Has sido siempre un modelo a seguir...
Nos leemos pronto!