"Se detuvo en la puerta, bolso en
mano, y suspiró.
La nostalgia ya le arañaba el alma, pero
se obligó a no pensar en lo que perdía. Demasiado había sufrido ya.
Repasó mentalmente las muchas cosas que
dejaba y lo poco que llevaba consigo.
Los gajos sangrantes de su corazón
quedaban guardados en un pequeño frasco, con el nombre del único responsable de
aquel destrozo.
Ella cargaba por anticipado con las pocas
lágrimas que podría robarle. Él no era muy expresivo, pero tampoco resultaba un
témpano de hielo insufrible.
Contuvo sus propias ganas de llorar y
cerró la puerta a sus espaldas.
Emprendió camino, segura de la
imposibilidad de regresar a aquel lugar y sentir el hogar que una vez supo
tener".
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Nos leemos pronto!