Feliz cumple, Erzengel!

Hubo un tiempo en que cayó en desgracia, en aquel entonces el campo de batalla era su hogar y su piel se mostraba cubierta cicatrices.

Cargaba con marcas de peleas ancestrales y no lo lamentaba, más allá del dolor y la angustia contenida.

Había pagado caro el afán de perseguir sus sueños, pero se mantenía en pie y enfrentaba al oponente hasta las últimas consecuencias, incluso cuando sabía que llevaba las de perder.

Su existencia se remontaba al comienzo mismo del tiempo, cuando las horas y los minutos no guardaban significado alguno y no había senderos o caminos marcados en la tierra.

Hoy, mucho tiempo después, sigue en pie y con fuerzas para luchar una vez más, incapaz de tolerar la idea de rendirse, deseoso por lograr la victoria que más de una vez se le ha escapado de las manos.

Ya sabe lo que siente quedarse solo en plena lucha sin nadie cuidando su espalda. Ya sabe, también, cuánto se sufre al ver caídos y sin vida a sus compañeros más fieles.

Sabe esperar, además, el momento adecuado para lanzarse en la carrera desenfrenada de la pelea y balancear el peso de su espada para dar los golpes más certeros.

Hoy, ese eximio guerrero que tanto amo y me fascina cumple años... hace 13 inviernos lo vi nacer empujando mi mano para narrar historias diversas.
Hace 13 años supe que siempre tendría 27 años, que jamás cambiaría su forma de ser y que nunca me abandonaría...

¡Feliz cumpleaños, Erzengel!

Gracias por ser ese pedacito mío que se permite delirar y disfrutar a lo grande de los sueños compartidos.

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Nos leemos pronto!