jueves, 22 de agosto de 2013

una Frase, una Historia #4



"Se detuvo a pocos pasos del agua.
Observó cómo las olas se elevaban, invitándolo a hundirse en su fluido cuerpo cristalino.
Suspiró, contemplando la tabla que llevaba bajo el brazo y pensando si hacía bien al tomarse un tiempo libre en un momento tan complicado como aquel.
Necesitaba conectarse con su reino, al menos por un instante, pero temía no poseer la fuerza para alejarse cuando fuera debido.

El mar cantaba una canción milenaria, una melodía que él conocía muy bien. Lo estaba llamando, reclamando su presencia.
En su espalda, el tatuaje de líneas curvas y elásticas ardía a tal punto que Poseidón llegó a sentir que la vista se le nublaba a causa del dolor.
El viento danzando a su alrededor y el clima cálido convertían la escena en un cuadro perfecto y no le quedaban más alternativas. El Dios del agua poco tardó en aceptar la idea de lanzarse al agua y luchar con las olas sobre su tabla de surf.

Atrás quedaban su dolor por la muerte de su esposa, su reclamo ante la pérdida de su familia y su desesperanza por los derroteros que habían tomado las vidas de Lara y Kate. 
Solo se dejó llevar por el instinto primitivo que lo caracterizaba. La sangre le hervía de pura ansiedad y pasión. 
El agua le dio la bienvenida chocando contra su cuerpo y rompiéndose en milimétricos diamantes.

El Soberano de los mares estaba de regreso. Al menos por unos minutos, volvía a ser el de siempre, el que jamás había padecido sufrimiento alguno, el que pensaba que toda su existencia sería tranquila y perfecta. Ese Dios que nunca habría asesinado a uno de sus vasallos ni hubiera confundido sus nociones de bien y mal, tergiversando las definiciones para justificar su sed de venganza".


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Nos leemos pronto!

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