Miró sus manos y recordó la facilidad con que podían
amoldarse en torno a las de Camille. Era un gesto natural, casi instintivo.
Acostumbraban a permanecer horas completas en silencio, comunicándose
sólo con miradas y caricias. Pero aquella felicidad había quedado sepultada en el pasado
y no podía revivirla.
Ya lo había intentado varias veces. Si la vida le mostraba
a cada momento que el único resultado posible era el dolor para ambos, entonces
nada podía hacer para enfrentar al destino y reclamar por su amor. Demasiadas
heridas le había causado a Camille. Demasiadas veces había sangrado él mismo.
No le quedaba más alternativa que resignarse al adiós. Aunque en el camino, bien sabía, el corazón se le desgarraría y nunca más podría sonreír. No como lo hacía con aquella muchacha de cabellos castaños y ojos oscuros. En verdad, nadie volvería a encontrar al hombre que había sabido ser.
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Nos leemos pronto!
¡Qué cosa!
ResponderEliminarGracias por compartir estos fragmentos tan intensos.
Besos y abrazos :*