Después de muchos meses sin participar, vuelvo al ruedo. Esta vez, me toca reinterpretar un mito. De seguro conocen la historia de Orfeo y Eurídice. Bueno, mi texto reinterpreta la muerte de Orfeo. Según el mito, Orfeo muere en manos de las Bacantes Tracias, quienes sintiéndose despreciadas por él, lo apedrearon y despedazaron.
Aquí les dejo mi versión de la historia. Espero les agrade...
Harán de él un mito...
Cerró
los ojos y contuvo el llanto. La había perdido. Una vez más.
Tan
cerca la había sentido, tan al alcance de sus manos. Y se le había escapado,
dejando una suave brisa corriendo entre sus dedos.
Maldijo
a los cielos, renegó del inframundo y dejó por el suelo -a base de lamentos y
agonías- el nombre de cada dios, ninfa y
musa.
¿Qué
sería de él ahora que su gran amor ya no estaba? ¿Cómo sería capaz de seguir
camino si ella, que marcaba el sendero con sus pasos, jamás volvería a guiarlo?
Se
acurrucó en el suelo y rogó en silencio, a la espera de saberse a su lado,
aguardando a que la muerte se dignara a presentarse y se lo llevara de una
buena vez.
No
vio cuando fuertes brazos lo alzaron en vilo y lo llevaron en andas, tampoco
hizo esfuerzo alguno por liberarse. Ya bastante había luchado, no se veía con
ánimos para nada más. No sin ella.
El
primer golpe llegó sin aviso. Sintió el tirón, padeció el desgarro y el cuerpo
se curvó de manera imposible. El segundo impacto debería haber sido menos
doloroso, pero no estaba preparado para hacerle frente a otro aguijonazo de
dolor puro y máximo.
Parecía
que Zeus lo estaba castigando. ¿Cómo explicar, sino, aquellas descargas que
recorrían carne, hueso y alma? ¿Cómo interpretar esa expresión de terrible
agonía?
En
algún momento, dejaría de sentir. En algún instante, su corazón diría “basta” y
dejaría de latir. Mientras, decenas de manos rasguñaban, tironeaban y
arrancaban partes de su cuerpo. De esa expresión física -maltratada e
irreconocible- que alguna vez había sido un ser humano. A esas alturas, aunque
quisiera abrir los ojos, le resultaba imposible hacerlo.
Alguien
palpó su pecho y golpeó una, dos, tres veces. Alguien gritó, pidió auxilio. De nada
valía el socorro para ese entonces.
Él ya estaba demasiado lejos.
—Alto,
detente. Ya no respira… —gritó una enfermera, entre llantos— ¿Cómo puedes ser
tan insensible?
—Hice
lo que el doctor me pidió. “Terapia de choque”, eso decía la orden —comentó su
compañero.
—No
lo merecía. Sólo extrañaba a su difunta esposa. Jamás supieron entenderlo.
—Deliraba,
creyendo que los dioses se la habían arrebatado. ¿No fue él quien la atacó
hasta dejarla al borde de la muerte?
—Su
esquizofrenia lo manipuló. No fue él. Él no mató a su esposa ¿es que no puedes
entenderlo? Quiso salvarla, reaccionó a último momento, pero ya era tarde.
—No
es deber mío entender ciertas cosas, sólo cumplir con lo que me solicitan.
—Llevaste
tu trabajo demasiado lejos. Lo mataste, ¿y no sientes ni un poco de culpa?
—No
fui yo… fueron los choques que le recetó el médico.
—Sabrán
lo que hiciste.
—No.
Sabrán lo que contemos al respecto. Olvidarán lo demás. Siempre sucede. Los humanos
nos quedamos con las historias que nos narran y olvidamos lo importante.
—Él
era inocente.
—No
importa. A lo sumo, harán de él una leyenda. Algún mito llevará su
nombre y convertirá en una suerte de triste poema de amor la vida que jamás
tuvo en verdad…
La
enfermera contuvo el llanto y dio media vuelta, de regreso a su área de trabajo.
Su compañero le había dado un consejo invaluable. Aquella tragedia
no podía morir entre las paredes de un tenebroso hospital psiquiátrico. Orfeo merecía mucho más. Ella encontraría la forma de mantener viva la historia.
Nos leemos pronto!
Precioso, Erz!
ResponderEliminarMuy fuerte y emotivo!!
Gracias por el mimo de dedicarmelo ♥
Los quierooo!!! (A vos y a ya sabes quién ;D)
Besotes
Pretty, hermoso como siempre, emotivo <3
ResponderEliminarSe te echa de menos por estos lares!
Besosss
Pd: me hiciste recordar algo muy bonito de mi vida, cuando estaba en tercer semestre de artes escénicas, mi examen final fue actuar este mito y yo era eurídice <3
Impactante, llega al alma.
ResponderEliminarLo narras de una forma que pareces estar dentro de la historia misma, viviéndola in situ.