No supe cómo, pero en el momento justo en que Joshua adelantaba su rostro hacia mí, fue capaz de escuchar lo mismo que yo.
Sí. Un animal grande y de fuerte pisada andaba cerca...
Comenzamos a caminar con cautela, había grandes áreas de sombras y el atardecer estaba dándole paso a la noche.
Escuchamos voces cerca y seguimos el sonido de un hombre joven que parecía enojado.
Desembocamos en una sona libre de árboles y nos encontramos con Danlin y Alihuen, que miraban asustados a un muchacho que sólo vestía un pantalón corto.
-Charem, ¿qué pasa?- inquirió Joshua, acercándose al desconocido.
-¿Qué pasa? Eso pregunto yo... ¿dónde está mi hermano? ¿y Taylor? ¿qué hacen a estas horas con gente desconocida y poco confiable?- la voz de Charem era grave y cargaba furia y enojo contenidos.
Si antes había pensado que los chicos tenían aroma extraño, era porque no había conocido a Charem. Él sin duda alguna, debía de ser el dueño del gruñido que había escuchado. Sí, era más que seguro. Nos miraba con desprecio y repugnancia. Él sabía lo que éramos o al menos tenía la sospecha...
-Tenemos edad suficiente para hacer lo que queramos. No somos niños- repuso Joshua, fríamente- Y no tienes derecho a faltarle el respeto a nadie...
Charem bufó molesto.
-Has como quieras... Debo encontrar a mi hermano- dijo, dando media vuelta.
Pero no se alejó más que tres pasos...
-Charem, ¿qué haces aquí?- Nahuel se veía sorprendido y preocupado.
Se había detenido dejando a Nana detrás suyo. Como si así la estuviera protegiendo de algo. ¿Sabría él lo que nosotras éramos en verdad?
Unos instantes más tarde arribaron Taylor e Isabella.
Charem miró a los cuatro muchachos y dijo con voz grave e imponente:
-Saben bien las reglas... Deberían estar en la reserva, no aquí. Odio hacer de niñero de un grupo como el de ustedes.
-Hey, calmate. Vamos, ¿no van a pelear ahora?- dijo Joshua colocandose entre Nahuel y su hermano.
Charem desvío su mirada hacia donde Danlin, Isabella, Nana y yo nos habíamos ubicado.
-Sigo pensando que no deberían confiar en ellas...- replicó mientras se perdía entre los árboles.
-Disculpen a mi hermano...- dijo Nahuel, mirando tristemente a Nana.
-No hay problema- respondí con una media sonrisa.
Alihuen miró a Danlin y asintió en silencio.
-Chicos, vimos algo increíble... Un zorro gigante, tan grande como un caballo o más talvez- dijo con los ojos llenos de emoción- Como en las leyendas...
Sus amigos lo miraron curiosos y sorprendidos, mientras las chicas me miraban a mi, preocupadas.
El miedo en Danlin era obvio.
-Será mejor que regresemos a casa- propuse entonces- Antes de que se haga más tarde.
Joshua me miró tristemente, como si no quisiera alejarse de mí y comprobé que lo mismo pasaba con Alihuen y Danlin.
-Mañana podemos encontrarnos para almorzar- sugirió Taylor.
Sabía que Nana e Isabella aceptarían sin pensarlo y así sucedió.
-Claro, nos encantaría- respondió Isabella con una sonrisa gigante en su rostro.
Un poco más entusiasmados, los chicos comenzaron a caminar a nuestro lado, acompañándonos de regreso a la casa.
Ya en la puerta, simplemente sonreí en tanto mis amigas entraban a la sala y con un "hasta mañana" me despedí de ellos.
Sabía que una vez a solas, las demás me cuestionarían mi actitud fría y distante. Pero ellas no sabían lo que yo... Pero ellas no tenían la menor idea. Un plan se trazó veloz en mis pensamientos.
-Nos vamos... Armen el equipaje, salimos cuanto antes- dije sería.
-Pero...- Nana no parecía muy dispuesta a hacer lo que yo pedía.
-Ellos no son hombres normales. Lo sé, de verdad... Si nos quedamos será peor para esos chicos que aún no saben nada en realidad y para nosotras que ya hemos vivido muchas vidas humanas...- traté de explicar.
-Tiene que ver con el zorro gigante- aventuró Danlin- ¿Verdad?
Yo asentí con la cabeza.
-Ellos pueden. Ellos pueden transformarse en eso...- dije casi en susurros.
La habitación se quedó en silencio mientras mis amigas me miraban preocupadas, a la espera de que contara todo lo que sabía...
Yo sólo sabía que debíamos irnos y pronto.