miércoles, 24 de agosto de 2016

Nada porqué luchar...

Cerró los ojos y se dejó llevar por los recuerdos. Mil imágenes llegaron a sus pensamientos con un mínimo esfuerzo.
Paseos interminables tomados de la mano. Sonrisas y miradas cómplices. Silencios llenos de palabras invisibles. Abrazos cálidos. Besos suaves. Caricias mágicas.
Abrió los ojos y se descubrió a la deriva. Ella ya no estaba ahí para acompañarlo. El paisaje de su casa vacía y muda le arañaba el alma.
Faltaban sus colores, sus canciones. Faltaba ella por completo y él se sentía tan nulo, tan vacío. Nunca volvería a percibir la vida como antes. Su existencia se reducía a la nostalgia de aquellos tiempos que supo compartir con aquella mujer cuya ausencia le resultaba insoportable.
Y ahí estaba él… rugiendo y llorando, como bestia herida que viéndose acorralada no sabe si atacar o huir lejos. Sólo que no tenía a quién enfrentarse. Él era su propio enemigo. Él era el responsable de aquel agujero negro en que se había convertido su vida.
Apoyó la espalda contra la pared más cercana y se dejó deslizar hasta quedar sentado en el suelo. Sentía que la habitación daba vueltas a su alrededor, burlándose de aquella agonía que lo aprisionaba. Cerró los ojos una vez más y se dejó llevar por el cansancio. Ya no tenía nada porqué luchar. Ella ya se lo había dejado muy en claro. Jamás regresaría. No habría más disculpas ni oportunidades.
Quedaba a oscuras la pequeña casa que alguna vez habían imaginado como su futuro hogar. Sin nuevos momentos para guardar en el recuerdo. Sin sueños compartidos por alcanzar.   


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Vuelvo, porque extraño escribir y me resulta imposible negarme al llamado de las musas.
Espero poder actualizar al menos una vez a la semana. Ya veremos cómo fluje esto.
Gracias por estar ahí.
Nos leemos pronto!

2 comentarios :

  1. Felicidades por tu retorno y felicidades por el breve escrito. Es muy bello!!! Que lindo volver a leerte Erz. Saludos!!

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  2. ¿Y regresas con una partida? Que interesante.

    Una verdad antigua la que cuentas en ese relato, una de esas que la gente cree que no le aplican, hasta que están solos, buscando un culpable y no lo hayan más que en el espejo.
    Bien contado.

    Y ¡que escribas mucho! :)

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