viernes, 29 de octubre de 2010

Narrativa: De cómo el hombrecito del azulejo burló a la muerte y los demás involucrados…

De cómo el hombrecito del azulejo burló a la muerte
y los demás involucrados…



No hay sonrisas ahora para mí.
¿Quién me reconocería se me ve así, tan serio, tan encerrado en mí mismo? Yo mismo me veo extraño.
Cuando la muerte amenaza con arrancarle la vida a un criatura inocente, las risas quedan de lado.
-Esta noche será la crisis- susurro apoyando mi mano en el hombro de Eduardo, mi compañero.
-Sí- replica él- Hemos hecho cuanto pudimos.
-Veremos mañana. Tiene que pasar esta noche… hay que esperar…- agrego suspirando.
El silencio cae sobre nosotros mientras cerramos la puerta de calle evitando hacer ruido y lentamente caminamos sumergidos en nuestros pensamientos.
Sólo podemos esperar y rezar para que él se salve…


Algo no va bien, puedo sentirlo. Y lo he confirmado al escuchar a los doctores.
Ya los había visto antes. Estos últimos días ellos venían a cada rato.
Y junto a sus reiteradas visitas coincidió la extraña ausencia de Daniel.
El pequeño es el único humano que en todos estos años ha sido capaz, en su juvenil curiosidad, de encontrarme.
Nunca, en décadas que llevo viviendo aquí, nunca nadie fijó su mirada en el mínimo espacio que habito.
En Francia me crearon con amor, precisión y esmero. Hicieron de mí una obra de arte única y me enviaron aquí, tal vez por error, tal vez por repentina inspiración.
Sólo Daniel me descubrió y también me dio un nombre: Martinito.
Antes sólo era un duende dibujado en un mosaico. Ahora soy Martinito, el duende amigo de Daniel.
El niño es mi único amigo, único en su naturaleza humana, su enorme amor y calidez. Único en verdad, mi tierno Daniel.
Y ahora con dolor comprendo que Daniel está enfermo. Puedo ver a la muerte, lúgubremente elegante, sentada sobre el brocal.
Ha llegado la hora de Daniel, sino ¿Qué hace Madame Le Mort aquí?
Debo hacer algo. No puedo quedarme a observar y esperar el triste desenlace. No, Daniel merece vivir, correr, crecer, reír, disfrutar de su existencia.
Tal vez puedo ayudarle. Si la muerte me atiende… lo intentaré. Nada se pierde con intentarlo.


Otro noche más. Otra noche aburrida en esta monotonía en que me veo atrapada.
Podría estar ahora trabajando en Europa, junto a otras muertes mucho más glamorosas, pero no. Debo conformarme ejerciendo mi papel en este triste y mundano lugar. Demasiado común para mí, demasiado pueblerino…
Los minutos transcurren demasiado lento. Ya pronto será hora de llevarme al pequeño. No tengo remordimientos, si me preguntan, tampoco compasión. Es mi trabajo y he de cumplirlo al pie de la letra.
Y en la monótona, aburrida y tediosa noche, esta noche, me llevaré a Daniel conmigo.
Un pequeño hombrecito azul aparece entonces, puede que él me entretenga un rato…
Comienza a hablar con un encantador acento francés. Y mientras el recién llegado relata historias de lejanas tierras, mi imaginación vuela a esos distantes lugares y puedo sentirme un poco más cerca a esas muertes míticas y diosas de las que tanto he oído hablar y tan poco tenemos en común.
Miro mi reloj una vez más. Comprendo con horror que la hora del niño ya pasó. 4 minutos, 4 minutos hace que debería haber muerto.
La furia se apodera de mí. ¡Me han burlado! Yo, que soy la muerte, la señora del alba en este mísero lugar.
Miro al hombrecito azul y comprendo que ése era su objetivo y mi enojo me domina de tal manera que sólo pienso en destruirlo todo.
Sin más le arranco la vida, destrozando el mosaico al que fue a esconderse.
Debo seguir camino. Otros infelices me esperan, no dejaré que ninguno más se me escape.


La mañana me encontró despierto. No pude dormir en toda la noche. Daniel me preocupa. Tan pequeño y tan débil.
Más al llegar a la casa del niño, la vida brilla en cada mirada que encuentro y compruebo atónito que Daniel sobrevivió.
El niño me sonríe mientras le acaricio la frente. Ignacio, a mi lado, también sonríe. El buen humor ha vuelto a despertar en nosotros. Los miedos que guardábamos desaparecen por completo…


Ha pasado una semana. Una semana desde que desperté de aquel frio y terrible sueño.
Mamá dice que Dios nos puso a prueba y que pasamos el examen gracias al esfuerzo de todos. Por eso estoy mejor y puedo salir a jugar. Me pregunto cómo estará Martinito, ¿me habrá extrañado?
Salgo con mi querida gata en brazos, voy a saludar a Martinito. Espero que no se haya enojado conmigo por mi ausencia imprevista.
Algo extraño hay en el jardín. El mosaico donde Martinito habita no está en la pared.
Busco, busco y rebusco, pero no lo encuentro.
El llanto nace rápidamente, ¿Dónde está mi Martinito?
Mamá, papá… nadie sabe nada. Mis hermanos y los sirvientes, todos me miran extraño cuando me oyen hablar de amiguito, pero tanto es el llanto que me ayudan a buscarlo.
Parece que las lágrimas nunca terminan. Martinito no aparece y lo extraño, lo necesito…


Ya han pasado varias semanas. Semanas de llanto y nostalgia. Martinito no está y me he quedado sólo.
¿Con quién jugaré ahora? ¿A quién le mostraré mis juguetes nuevos?
La casa está de fiesta. Han venido varios hombres que limpiarán el pozo y saldrá la tortuga a pasear al patio y este año no podré mostrar la tortuga a Martinito.
Mi alegría no es completa. Los adultos no entienden por qué extraño a Martín. Él sabía cada secreto, sueño y aventuras míos y había sido mi compañero en innumerables juegos.
Ya nada será como antes, me falta Martinito…
Alguien grita desde el pozo. Por el aire vuela algo y cae en mis manos.
La felicidad regresa a mí, en tanto una sonrisa crece en mi rostro.
Martinito me mira sonriente mientras acaricio el pequeño mosaico en que habita.
El llanto despierta en mi pecho, pero esta vez producido por mi alegría…


La consigna aquí era hacer un relato de personajes múltiples, donde narráramos una historia de Manuel Mujica Láinez que está escrita en tercera persona. Les dejo el enlace del cuento original: "El hombrecito del azulejo".

1 comentario :

  1. Te confieso que me ha costado seguir la trama, pero eso solo esporque hoy tengo la mente espesa, jajajaj, esta magnificamente escrito cariño mio, y me ha encantado desde la primera hasta la ultima letra, jajajajaa
    siempre es un placer sin igual leerte y que me dejes con esta maravillosa sensacion
    un beso mi niña y hablamos
    TKM
    Irene

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