lunes, 25 de noviembre de 2019

Reseña: Monstruo, de Leo Batic



Título: Monstruo
Autor: Leo Batic
Número de páginas: 170
Fecha de publicación: 2016
Editorial: Ediciones Salim
Sinopsis: A Rodolfo le gustan las gomitas de eucaliptus, comer asados, jugar al fútbol y Marina, la pelirroja del 4toB. Aunque también debería agregar a su lista la casa embrujada y las fotos que suben a las páginas web aquellos que la visitan. Muchos quieren entrar, pero pocos se atreven. Incluso su padre intentó entrar cuando era joven y algo terrible sucedió. Pero eso es un secreto. Y los secretos pueden ser como los maleficios: convierten en monstruos a los que los crean y a los que se atreven a desentrañarlos.

Recuerdo los libros que nos hacían leer en la escuela. En general, resultaban aburridos, con personajes algo sosos y tramas poco interesantes. Salvo los clásicos como El Mío Cid, padecí muchas de las lecturas obligatorias de mi época escolar. Sin embargo, de vez en cuando descubría alguna joyita y al leerla, sabía que ese libro me dejaría huella más allá de mi intención de completar el práctico establecido por la profesora de literatura.
Con Monstruo, me sucedió algo curioso: lo leí, me dejó una increíble huella  y me hizo pensar en qué bueno sería si en las escuelas los profes lo recomendaran como lectura. Luego supe, al entrevistar a Leo, que esa era una de sus intenciones al escribirlo.
Monstruo es un libro breve, pero lleno de mensajes y reflexiones, que te hace pensar todo: cómo viviste la escuela, cómo te sentías con tus padres en la época de la pubertad, cuánto peso tenían los amigos y cuán fuerte era el anhelo de sentirse parte de algo, ser uno más del grupo.

Tenemos a Rodolfo transitando los últimos años de la escuela primaria. Está en esa edad donde descubre lo que es estar enamorado, donde el futbol es una pasión que soporta lluvia y viento, y sus padres no siempre lo comprenden.
Rodi es un chico como todos, que gusta de pasar tiempo con sus amigos y tiene cierta fascinación por una casa abandonada que hay en su barrio, esa que todos dicen que está embrujada y si entras, algo terrible te sucederá.
Y como todo chico, además, Rodolfo va descubriendo que sus padres no le prestan la atención que merece; que su papá, sobre todo, no logra establecer un buen vínculo con él. ¡Ni siquiera va a verlo a los partidos cada sábado! Mientras otros chicos tienen a sus padres acompañándolos y demostrándole apoyo, Rodi se siente solo, poco querido. No quiere sentirse así, no quiere pensar así de sus padres, pero lo siente.

Hasta que un día, Rodi descubre una foto de la casa embrujada, esa que tanto le gusta, y descubre, además, que su papá fue quien la sacó. Ahí su vida da un vuelco sin retorno: la manera en que ve a sus padres, sus amigos y cómo se ve a sí mismo. Y no sólo de manera figurativa, sino literal. Rodolfo comienza a sufrir cambios en su cuerpo, cambios que lo hacen desear ser normal, ser como antes, y, sobre todo, ser aceptado por su familia.
Pero, ¿qué es ser normal? ¿Qué tiene de malo ser distinto? ¿Por qué ser distinto es malo? ¿Y la familia? ¿Es familia quien te cría o quien lleva tu sangre?

Esta historia toca muchos temas que te hacen pensar y reflexionar, habla de un crimen y de la apropiación de un bebé al tiempo que te muestra que el otro, no por ser distinto, es malo y que los monstruos pueden tener apariencia humana y alma oscura, aunque pocos lo perciban. Habla también de la paciencia, de la lucha por estar con quien se ama, de saber valorar las verdaderas amistades y quererse a uno mismo tal cual es. Te susurra, incluso, el valor de trabajar codo a codo con otros, en equipo, por un bien común, de hablar sin dañar al otro y aprender a no subestimar ni hacer ideas adelantadas antes de conocer la verdad.
Podría estar días completos hablando de Rodolfo y su secreto, del secreto de su padre y del secreto de su familia, su verdadera familia. Porque leés el libro, ¡y te hace pensar en tantas cosas! Te hace recordar la infancia, los momentos en que nos sentíamos diferentes y no queríamos serlo, cuando anhelábamos más atención de nuestros padres y no siempre la obteníamos, cuando sentíamos que nadie nos entendía, cuando necesitábamos de alguien que nos abrace y diga que está bien, que todo va a pasar, que vas a crecer y esos miedos y preocupaciones van a irse, que no tiene nada de malo ser diferentes, ser único, porque cada persona es única y hay que saber valorarla así.
Monstruos somos todos, de alguna manera, ante alguna mirada. Y no tiene nada de malo, aunque no hagan pensar lo contrario.

Un libro hermoso, de lectura rápida, pero que deja una huella importante en quien se anima a darle una oportunidad. El comienzo de una serie que tendrá varios títulos de diferentes géneros, que continúa con Algoritmo Prohibido, libro cuya reseña en breve les compartiré.

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Espero sus comentario... ¡Nos leemos pronto!

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